Deterioro social in crescendo
César Ricardo Luque Santana
Cuando empiezo a escribir estas líneas por la noche del lunes 19 de abril, comienzo la semana con un mal sabor de boca, pues las malas noticias no dejan de sucederse una tras otra. La semana pasada, todos los días hubo balaceras y muertos en mi ciudad y en otros municipios del estado, cobrando algunas vidas de inocentes que tuvieron la mala suerte de estar en el lugar y el momento equivocado. A estas alturas, es más fácil “ganarte” un balazo sin comprar boleto que sacarte el Melate. Por cierto que estos muertos inocentes considerados por Felipe Calderón como pecata minuta o “daños colaterales”, estarían con vida de no ser por su torpe estrategia para enfrentar la criminalidad que envuelve al país desde hace muchos años, propiciado en gran medida por el modelo neoliberal que provoca una enorme pobreza dejando a muchas personas en la indefensión casi total -particularmente a los jóvenes que son excluidos del empleo y el estudio- generando con ello un caldo de cultivo para este deterioro acelerado del tejido social, de ahí que la pretendida solución a este problema limitado a la acción policíaca y el endurecimiento de las leyes, esté condenado al fracaso.
Por la mañana, antes de iniciar mis labores académicas habituales, le doy un vistazo rápido a las noticias mediante el Internet y no encuentro más que desolación y atrocidades. En el sitio de Antonio Tello (Nayarit en Línea), se muestran a dos adolescentes imbéciles torturando y dando muerte de manera cruel a un perro callejero. Los psicópatas y perversos muchachos tuvieron el descaro de publicar en Internet el video de sus macabras y repugnantes acciones como si fueran una hazaña. La verdad que con el primer párrafo y la foto de esa nota me horroricé a tal grado no quise saber nada del resto, aunque luego casualmente lo vi completo en la televisión. En La Jornada por su parte, me entero de que en una escuela primaria de Ciudad Juárez (la más violenta del mundo), se denunció que los niños en la hora del recreo juegan a los maleantes. Los chicos grandes extorsionan a los pequeños, juegan a hacer “levantones”, cobran protección, etc. Es decir, reproducen lo que ven en su entorno como si fueran acciones dignas de imitar. En El Universal me entero asimismo de que las base de datos del IFE, licencias y otras se venden descaradamente en Tepito al mejor postor, de manera que los criminales tienen acceso a información que debería ser confidencial. En Nayarit Altivo.com del periodista Oscar González Bonilla, leo el artículo “Ciudad sitiada” de la investigadora Lourdes Pacheco donde se refiere a los acontecimiento en la colonia san Juan con el sobrevuelo durante muchas horas de los helicópteros de la policía, mismos que generaron zozobra obligando a muchos a mantenerse encerrados en sus casas, así como la escalada de extorsión e intimidación vía telefónica a ciudadanos y comerciantes. Asimismo, he sabido de muchas otras historias espeluznantes contadas por familiares, amigos y conocidos que me dejan anonadado.
Mientras todas estas desgracias ocurren mostrándonos lo vulnerables que estamos y lo rápido que avanza la descomposición del tejido social; resalta al mismo tiempo el fracaso del Estado para garantizar la seguridad de sus ciudadanos y lo erróneo de su estrategia para contener al crimen organizado y ocasional, creyendo que basta con el uso de la fuerza pública para ello, sin entender que el modelo económico neoliberal está gravitando seriamente en dicho deterioro social. Al respecto, Vicente Álvarez Areces, presidente del Principado de Asturias, quien impartió recientemente la conferencia “El crecimiento basado en el conocimiento como necesidad del progreso económico y social: una visión política desde Europa”, en el Palacio de Minería de la UNAM, sostuvo que el debilitamiento del Estado (o Estado fallido) se debe a la ola de privatizaciones que al mismo tiempo que favorecen a los grandes empresarios para enriquecerlos excesivamente, empobrecen a los ciudadanos dejándolos en la indefensión, esto es, en una situación de alta vulnerabilidad.
En nuestra localidad por su parte, se quiere minimizar la violencia y la descomposición social mediante frases y ocurrencias. Desde decir que “los participantes en los hechos de sangre son de fuera”, o que “Nayarit está en paz y trabajando”, o que “no hay que hablar de la inseguridad porque se ahuyenta al turismo y a los inversionistas”, o que “no hay palabras para explicar lo maravilloso que es Nayarit”, o que “hay que ser de cómo sí”, o que “se trata sólo de coletazos del narco”; hasta proponer leyes fascistas para castigar los rumores sin reparar en que la opacidad y la desinformación del gobierno provocan la especulación; así como proponer un estado de sitio o toque de queda por tiempo indefinido sin ponerse a pensar en sus negativas consecuencias económicas y en el socavamiento injustificado de las libertades básicas. No cabe duda que nuestros políticos son de ideas cortas y lenguas largas, pues todo lo quieren solucionar a punta de saliva.
A pesar de todos estos casos de grave deterioro social, me reconfortó saber que un nutrido grupo de jóvenes -hombres y mujeres- salieron a las calles a protestar por la tortura y crimen del desafortunado perro, repudiando a los psicópatas que lo hicieron y exigiendo castigo para ellos, aunque por desgracia no existe una ley que proteja a los animales de los abusos de las personas. Sin embargo, pude atestiguar una reunión de protesta de varios centenares de estos jóvenes frente al Palacio de Gobierno, los cuales parecen dispuestos a organizarse para evitar que este tipo de abusos vuelvan a ocurrir. Para ello necesitarán mantenerse unidos, construir una organización independiente (ONG) y pugnar desde ella por una reglamentación que proteja a los animales, no sólo jurídicamente, sino también demandando espacios como refugios para animales abandonados, o sumándose con las autoridades sanitarias en campañas de esterilización para evitar la proliferación de perritos callejeros o gatos abandonados, los cuales se hayan expuestos a muchos peligros y sufrimiento en las congestionadas calles de Tepic donde suelen morir atropellados, padecer hambre, enfermedades, entre otros sufrimientos que se pueden y deben evitar, además de proponer otras medidas indispensables para su protección. Desde aquí mi reconocimiento a la iniciativa de estos jóvenes que al contrario de otros chicos enajenados y cautivados por la violencia o de otros insensibles y apáticos, muestran tener sentimientos nobles y deseos de participar para ser parte de la solución de los problemas de su comunidad.
luque2009@gmail.com
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