domingo, 4 de enero de 2009

¿Feliz año nuevo?

¿Feliz año nuevo?

César Ricardo Luque Santana

Mercaderes e industriales no deben ser admitidos a la ciudadanía,
porque su género de vida es abyecto y contrario a la virtud”

Aristóteles

El año 2009 comenzó con malos augurios desde el año pasado con el estallido de la crisis económica estadounidense, y en sí del modelo de capitalismo neoliberal, al grado que los países desarrollado como Japón, Alemania y desde luego los EUA, entre otros, oficialmente reconocieron que sus economías entraron en recesión, concepto que denota una crisis económica profunda y de largo aliento que se traduce en desempleo, malos salarios, reducción de la capacidad de compra y sus secuelas naturales de deterioro del tejido social: más corrupción, delincuencia común y organizada, pobreza y envilecimiento de las relaciones sociales.

Por si esto fuera poco, a finales de año 2008 Israel empezó a masacrar por enésima ocasión al pueblo palestino asentado en la franja de Gaza, con el pretexto de que grupos armados ligados a Hamas -una organización islámica integrista- ha estado lanzando cohetes a territorio israelí. Sin embargo, la respuesta del Estado de Israel ha sido desmedida avasallando al pueblo palestino, matando a muchas personas no vinculadas a dicho grupo fundamentalista. En efecto, la artillería israelí que supuestamente se enfoca a blancos relacionados con Hamas, ha matado a niños, mujeres y hombres civiles, con el beneplácito del mundo occidental y el silencio también cómplice de gobiernos árabes corruptos y tiránicos como Arabia Saudita, Egipto y otros.

En ambos casos, reina una pasmosa insensibilidad para resolver los problemas referidos, aunque en lo que respecta a la crisis capitalista neoliberal, se anuncian medidas de tipo keynesianas lo cual es habitual en estas situaciones, lo que significa que el Estado intervendrá más decididamente en la economía nacional para evitar que se dañe más el tejido social tratando de evitar las consecuencias ya mencionadas. Es decir, el Estado invertirá recursos públicos con sentido social, pero no porque se conduela del ciudadano ordinario, sino como una estrategia de sobrevivencia del mismo sistema al cual hay que darle unas bocanadas de oxígeno, pues no obstante que el Estado retomará una función más proactiva en la economía a la manera del Estado benefactor, tampoco piensa en restaurarlo, sino que sólo son medidas temporales para evitar el colapso del sistema con estallidos sociales. Habría que insistir como lo he dicho en anteriores colaboraciones, que para mí, el Estado nunca ha dejado de ser intervencionista en la economía, sólo que en el actual período neoliberal viró su intervencionismo hacia los grandes capitalistas favoreciéndolos de manera desmedida, principalmente a los capitalistas financieros, los cuales siguen siendo intocados pese a que son los principales responsables del gradual empobrecimiento de los trabajadores por casi tres décadas y por ende son los principales provocadores de las crisis económica recurrentes, incluida la reciente, sin ser ellos mismos afectados, pues la desregulación de la que gozan los exime por ejemplo de pagar impuestos entre otros privilegios indebidos, como el ser “salvados” invariablemente en sus negocios fracasados, aunque muchas veces dicho fracaso sea fraudulento.

Bajo esta perspectiva donde el abuso de los poderosos prevalece por encima de todo y de todos, el desear feliz año suena más hueco que nunca porque las expectativas personales de la mayoría de los mexicanos son francamente desalentadoras, pues lo más seguro es que el proceso de empobrecimiento que venimos padeciendo se verá acentuado sin duda alguna en el presente año. Lo más desesperante de todo es que no hay perspectivas favorables para un cambio de rumbo en las políticas públicas toda vez que la izquierda más representativa del país tiene un resquebrajamiento de facto que lo afectará en las elecciones intermedias, mientras que millones de personas dañadas por la crisis neoliberal seguirán votando fanáticamente por sus victimarios derechistas, lo cual significa por un lado, no un masoquismo colectivo sino la ausencia de una conciencia de clase, ya que prevalece la incapacidad de darse cuenta de quienes son los están afectando en sus bolsillos (y los nuestros también), y por otro lado, la ausencia de una fuerza política alternativa con credibilidad a la cual asirse.

Dentro de estas circunstancias, no queda otra que la lucha popular organizada más allá de las cuestiones electorales, con una auténtica participación ciudadana y social que permita sanear las organizaciones existentes secuestradas por camarillas de mafiosos, o bien, la creación de organizaciones nuevas donde la lucha por mejores condiciones de vida no se limite a resolver sólo cuestiones materiales, sino que tienda a cohesionar formas de organización popular basadas en la solidaridad de clase. Hay que formar redes sociales para paliar la crisis al mismo tiempo que se generan nuevas formas de convivencia social solidarias independientemente de la conquista de espacios de poder, lo cual se daría por añadidura.

luque2009@gmail.com