La lucha por el poder legislativo
César Ricardo Luque Santana
Como era de esperarse, los movimientos estratégicos que los partidos políticos empiezan a realizan para ganar las mayorías de los escaños en los próximos comicios federales para renovar la Cámara de Diputados, carecen de propuestas serias que reflejen un auténtico proyecto de nación.
La disputa por obtener la mayoría relativa en la Cámara de Diputados entre las principales fuerzas políticas del país y sus aliados minoritarios, no dan señales de proponer salidas a la crisis económica que hagan viable la convivencia social pacífica entre los mexicanos. Así, cada uno de los partidos políticos está más preocupado por el reparto del pastel legislativo y por seguir sirviendo a la elite del poder económico, que en representar de manera auténtica y hasta las últimas consecuencias a los ciudadanos que con su voto los ponen ahí. Basta con echar una mirada rápida a los movimientos y declaraciones que vienen haciendo los partidos a través de sus figuras más destacadas para darse cuenta de ello.
El PAN, no obstante su manifiesta ineptitud para gobernar, buscará ser la mayoría relativa o al menos mantenerse en el segundo sitio abajo del PRI, con el cual trata de sostener una enconada disputa. En esta lucha por uno de los espacios del poder legislativo, han a retomado la estrategia de lodazal y la estridencia que les diseñó su asesor español (ya nacionalizado mexicano) el señor Antonio Solá en las elecciones de 2006, tratando de polarizar la contienda contra el PRI para intentar desplazar o marginar al PRD en esta pugna (que para ello se pinta solo), al mismo tiempo que tratan de convertir el fracaso de gobierno de Calderón en un triunfo en el problema de la seguridad pública, al parecer con el respaldo activo y decidido del gobierno de Obama, quien ha matizado sus criticas al gobierno panista tachado inicialmente como Estado fallido, para “reconocerle” ahora sus esfuerzos en la lucha contra las mafiass de las drogas. No sería casual si esta lectura es correcta, que veamos que el problema de la delincuencia organizada amaine durante el apogeo del proceso electoral (con la ayuda de los medios electrónicos) para crear la percepción de que se está teniendo éxito en su combate, pues prácticamente no existe ningún otro referente que el panismo pueda explotar a su favor como partido en el gobierno. Sin embargo, es obvio que la derecha panista no va a proponer medidas que atenten contra el modelo neoliberal, pues sería como dice Tomás Mojarro “El valedor”, como pedirle al león que sea vegetariano.
El PRI por su parte, toma con cautela la estrategia pendenciera de los panistas aunque sin duda de algún modo también les conviene, a la vez que lanzan su propaganda en medios con una serie de propuestas paliativas a la situación de crisis sin mostrar nunca su pretendido rostro socialdemócrata (signifique eso lo que signifique que para mí no significa nada). En este sentido, tampoco muestran una oposición al neoliberalismo porque en la práctica han sido promotores del mismo desde hace un par de décadas actuando en contubernio con el PAN, lo que dio lugar no sin razón a que se les identificara como el “PRIAN”
Por lo que toca al PRD, su proceso interno de selección de candidatos realizado en forma parcial en algunos estados del país, volvió a mostrar las prácticas mapacheriles de sus tribus irredentas, aunque pudieron capotear el escándalo auto-reprimiéndose en sus disputas internas para no deteriorar más la mala imagen de su partido. En cuanto a su propaganda en medios, es realmente deplorable, muy por debajo de otros partidos minoritarios como el Partido Verde que tienen promocionales más atractivos. Para colmo, la selección de candidatos como el caso de la Sra. Martha García en Nayarit, si bien es un personaje respetable, no representan posiciones de izquierda, e incluso su ideario personal y sus posturas prácticas son claramente de derecha, lo cual indica que hay un desdibujamiento ideológico o una incongruencia de un partido declarativamente de izquierda, que al parecer lo que realmente les importa, es obtener el buen caudal de votos que este tipo de candidatos pueden ofrecer, sin importar si triunfan o no. Huelga decir que difícilmente el PAN admite como sus candidatos a personas de izquierda, pero el PRD acepta lo que pueda darles votos y eventuales triunfos electorales, vengan de donde vengan y sea como sean. Hay otros factores más a considerar como la lucha de los seguidores de López Obrador dentro y fuera del PRD por tener una presencia importante en el mencionado espacio legislativo, en pugna contra Nueva Izquierda que es acusada de claudicante a las posiciones de izquierda.
Un botón de muestra al respecto fue la postura del líder principal de esta corriente, Jesús Ortega, quien manifestó en la reunión de banqueros en Acapulco donde Beatriz Paredes y Germán Martínez se atacaron mutuamente echándose en cara quien había contribuido más al crecimiento de crimen organizado, que su partido está a favor de una economía de libre mercado (sic), cuando la izquierda de todo el mundo, incluyendo los más moderados de Europa e incluso los liberales como Obama, están promoviendo una política intervencionista del Estado a la manera de Keynes y se pronuncian por implementar una regulación al capital financiero. Las posturas políticas más radicales están además exigiendo que los banqueros paguen los daños de la crisis y se frene de una vez por toda la táctica neoliberal de privatizar las ganancias y de socializar las pérdidas.
Así las cosas, los partidos siguen empecinados en cuidar sus intereses sin proponer soluciones de fondo que implique frenar la voracidad del capitalismo neoliberal que ha demostrado hasta la saciedad que hace inviable no sólo la convivencia social, sino que pone en riesgo las bases mismas de la vida del planeta. En este sentido, mientras todo se queda en una lucha electorera mediática, el desempleo y el deterioro de la calidad de vida de los trabajadores siguen descendiendo y las injusticias siguen al orden del día, como las decisiones del INFONAVIT en algunas entidades de la república de transferir las carteras vencidas a empresas privadas con las terribles consecuencias para miles de familias mexicanas, que aparte de estar sin empleo y por ende sin recursos para sufragar los gastos esenciales de cada día, perderán irremediable sus modestas viviendas, dando al traste con la solidaridad que habría de esperarse del Estado con los grupos sociales más vulnerables, pues deja de tener sentido hablar de viviendas de interés social con esas prácticas mercantilistas. En sí, el país parece no importarles mucho sino sus propios intereses.
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