Los estoicos ante la crisis social
César Ricardo Luque Santana
En mi colaboración anterior abordé a propósito de una sugerente lectura de una obra de Ferrater Mora ahí mencionada, cómo algunas filosofías antiguas enfrentaron las crisis de su época y cuál era el sentido de asumir un posicionamiento filosófico ante las mismas, lo cual deja entrever de que la filosofía era entendida por los antiguos no sólo como un oficio o forma de razonamiento, sino ante todo como un modo de vida, pues en efecto, parece que el interés se centra en conservar la dignidad humana, a veces con actitudes reactivas, otras replegándose hacia una libertad interior, o bien fugándose hacia otros mundos o de plano adoptando un abierto escepticismo.
El caos que provocan las crisis sociales, así como la desesperanza que conlleva, generan confusión, aturdimiento y sin sentido, lo que lleva a muchas personas a retrotraerse de participar en la vida social aceptando las cosas como son sobrellevándolas al sentirse impotente para modificarlas, o en caso extremo, tratando no sólo de adaptarse a una realidad que se percibe como inamovible sino procurando incrustarse a cualquier precio entre los privilegiados, mientras que la filosofía asumida como una forma de vida, no se limita a comprender la situación prevaleciente tratando de preservar algún sentido a la vida, sino que establece cierta resistencia aunque esta no se traduzca en un afán de transformación social revolucionaria a la manera que plantea la tesis de Marx de no limitarse a comprender el mundo sino tratar de transformarlo.
Toca turno pasar revista de manera muy sucinta a las siguientes corrientes filosóficas de la antigüedad grecorromana: los estoicos, los escépticos y los neoplatónicos, aunque en esta ocasión para no alargar este escrito, se hablará sólo de los primeros, dejando para la siguiente semana a las otras dos posiciones.
Loa estoicos tienen como núcleo de su filosofía a la ética. Según Ferrater Mora, eran un grupo un tanto ecléctico porque si bien subrayan la importancia de los valores morales, no asumían una postura ascética como los cínicos y creían fuertemente en el destino, lo que les permitía ocupar cargos políticos si era el caso, aunque no fuera algo buscado en sí mismo. Los estoicos profesaban un ejercicio de la libertad interior, replegándose a sí mismos. En la actualidad, se habla de tomar las cosas con estoicismo queriendo decir con ello tomarlas con resignación. Epicteto, un liberto romano, decía que sólo debemos preocuparnos por las cosas que están a nuestro alcance o que dependen de nuestras decisiones. En este sentido, si yo como individuo no puedo incidir para cambiar lo que está mal en la sociedad, tengo el deber ser de lograr los cambios en el ámbito de mi influencia, es decir, empezando por mí mismo, y mediante mi ejemplo, influir en los que me rodean y así sucesivamente. Este principio debería ser asumido por muchos que hablan de cambiar a la sociedad empezando por cambiar ellos mismos, pues como puede verse, este principio estoico lejos de ser una resignación total, es un verdadero acto de congruencia, si bien en su caso no se traduce en una proyección política. Podría objetárseles de que al aceptar cargos públicos estarían dando muestra de incongruencia, sobretodo cuando prevalece una noción muy negativa de la política, e incluso se podría aducir que la creencia en el destino era sólo una coartada para no negarse a ocupar puestos públicos. Yo considero que al margen del supuesto de la creencia en el destino que era fundamental en ellos y en sí en la cultura helénica, me parece endeble cuestionar a un hombre con principios por participar en la vida política cuando realmente deberíamos de reprobar que no lo hicieran, pues si éstos se abstienen a ello, qué nos queda entonces.
Ciertamente, la resignación del estoico parece similar a la predicación de la mansedumbre como luego hicieron los cristianos para no cuestionar las injusticias del poder, esto es, como una forma de sometimiento de los dominados. Pero al contrario de esta postura, los estoicos se justificaban porque se apartaban de la violencia como parte de su relación con el mundo, sin prometer ninguna salvación de ningún tipo al contrario del cristianismo que predicaban la mansedumbre prometiendo un paraíso después de la muerte física a cambio de aceptar el sufrimiento sin protestar, mientras que los estoicos aceptaban resignados la situación social pero en modo alguno encomiaban el sufrimiento. Ellos al igual que los epicúreos evitan el sufrimiento, no sólo físico sino también espiritual, sin la radicalidad de los seguidores de Epicuro que por ejemplo se oponían a los miedos irracionales a través de una especie de agnosticismo.
En la siguiente entrega terminaremos de analizar la forma en que las filosofías de la antigüedad grecorromana enfrentaron las crisis sociales, con la exposición de los escépticos y los neoplatónicos y trataremos de ofrecer algunas conclusiones al respecto que tal vez nos ayuden a fijar nuestra forma de estar y ser en el mundo actual.