La investigación y el Internet
César Ricardo Luque Santana
Aunque el uso de la computadora y del Internet parece la cosa más normal del mundo para las generaciones que han crecido en la llamada era de la “supercarretera de la información”, hace apenas una tres décadas, los que fuimos a la universidad más o menos hasta mediados de los 80, teníamos que hacer nuestros trabajos escolares en máquinas de escribir, y quienes no teníamos la suficiente habilidad para la mecanografía, cometíamos errores frecuentes por lo que había que estar usando constantemente el corrector. Ya se podrán imaginar los jóvenes estudiantes de ahora, el suplicio que significaba hacer y rehacer un documento, pues cualquier corrección de algunos párrafos, alteraba el documento en su conjunto moviendo todo el paginado, lo que implicaba volver a escribir todo de nuevo. Actualmente, la computadora a través de los procesadores de texto y de otros programas paralelos o complementarios, nos salva de este tipo de problemas y nos ofrecen ventajas de edición de todo tipo otrora inimaginables.
En mis clases en la Universidad, que a veces me sirven de insumos para mis escritos como en esta ocasión, estuvimos discutiendo en la asignatura de Metodología de la Investigación Filosófica sobre las diversas fuentes de consulta, a saber, libros, revistas, periódicos, memorias y otras, destacando las facilidades que la computadora y el Internet ofrecen para la investigación. En el primer caso, la computadora es una herramienta portentosa en muchos sentidos: podemos almacenar la información, nos ayuda en cierto modo con la ortografía, en la presentación del documento, nos facilita el paginado el cual podemos cambiar automáticamente cada que sea necesario, podemos borrar, copiar y pegar partes del texto, incorporar imágenes, fotos o viñetas, salvar distintas versiones de un escrito, entre otras posibilidades. El Internet por su lado, nos permite no sólo acceder a muchas fuentes de información más allá de las tradicionales, sino también a mantenernos mejor comunicados con quien queramos para tener interlocución de manera indirecta a través de los correos electrónicos o directamente mediante los chats, o en formas mixtas a través del intercambio de mensajes dentro de un grupo de trabajo, un foro de discusión o en alguna de las redes sociales.
En cuanto al acceso a fuentes de consulta en el Internet, podemos hacernos de libros en formato digital o podemos leerlos en línea. Podemos acceder a muchas revistas especializadas, a páginas Web, blogs, foros de discusión, etc. Sin embargo, la lectura de textos en la pantalla de la computadora es -al menos para mí- una actividad extenuante. Los dispositivos para leer libros electrónicos (los cuales todavía no llegan al mercado mexicano), prometen facilitar la lectura emulando lo más posible al texto impreso, el cual a mi me parece más cómodo por varias razones, principalmente porque los puedo subrayar (excepto, claro está, los que uno consulta en las bibliotecas públicas o los libros prestados).
Existen muchos sitios en Internet donde se pueden bajar libros en forma gratuita, lo cual es maravilloso cuando no se dispone del texto impreso. Hay también muchos libros interesantes en esos sitios que uno no encuentra ni en las bibliotecas ni en las librerías. Sin embargo, un recurso menos usado son las bibliotecas virtuales de universidades y otras instituciones académicas a las que se puede acceder a través de permisos especiales, los cuales no sólo permiten la consulta en línea, sino incluyen la posibilidad de bajar una cantidad determinada de documentos. En este último caso, estudiantes y profesores pueden aprovechar este recurso a través de sus propias instituciones las cuales pagan por esos servicios. En este tipo de bibliotecas virtuales, no sólo se encuentran disponibles investigaciones de académicos de alto nivel, sino también artículos y ensayos en revistas, ponencias en memorias de congresos, tesis de grado y posgrado, etc. Respecto a estas últimos, hay sitios de universidades donde los trabajos de tesis son públicos, lo cual debería ser algo generalizado, pues no sólo se transparenta la calidad académica a través de estos productos, sino que un egresado de licenciatura (o posgrado) que desea hacer una tesis, no sólo dispondría de una forma accesible para buscar antecedentes para su tema de investigación, sino que le permitiría tener algunos parámetros de referencia de un nivel parecido al suyo.
Resultaría muy extenso inventariar y describir toda la gama de posibilidades que ofrece el Internet para diversificar las fuentes de consulta, pero también es necesario entender que si bien es un medio que amplía nuestras opciones, debemos asimismo tener en cuenta sus limitaciones y riesgos. Debemos identificar los buenos sitios y los buenos autores, entender que por ejemplo, algunos documentales o podcats (audios y/o videos) son versiones de divulgación, que hay algunos libros escaneados que omiten algunos datos de edición necesarios para ponerlos en las referencias bibliográficas, entre otros puntos de este tipo a considerar. Sin embargo, el libro impreso o en papel, sigue siendo el preferido para la consulta en un trabajo de investigación, incluso entre los jóvenes, mientras que la computadora y el Internet, son herramientas extraordinarias que pueden potenciar el trabajo intelectual si se les toma como lo que son, unos medios y no unos fines en sí mismos, porque también pueden ser distractores que perjudiquen la actividad intelectual si se abusa de ellas al pasar más tiempo navegando sin ton ni son, jugando, intercambiando frivolidades, etc.