Los atavismos del catolicismo
César Ricardo Luque Santana
"No basta decir solamente la verdad, mas conviene mostrar la causa de la falsedad."
Aristóteles
El investigador y divulgador de la ciencia Javier Flores pregunta en su colaboración del día 20 de enero del presente año en el periódico La Jornada, cuál es el propósito que persigue la Iglesia católica con su empecinamiento de proponer y de querer imponer un solo modelo de familia, es decir, ¿qué ganan con ello? Él dice que no tiene una respuesta propia al respecto y que las ya conocidas como las referidas al inveterado interés de la Iglesia por el control de la sexualidad y por el control político mediatizador le resultan insatisfactorias. A continuación, retomaré algunos de sus planteamientos para tratar de aportar algunos elementos a esta interesante cuestión.
En términos de mera propuesta, desde luego que los católicos tradicionalistas tienen derecho a defender un modelo de familia específico, pero el problema es su empecinamiento por querer imponerlo a todos sin excepción. En el primer caso, sostienen que tal es la voluntad de Dios; mientras que en el segundo, consideran que es el más conveniente para la sociedad. Pero, ¿cuál es concreto ese modelo de familia que defiende el Vaticano? La familia nuclear heterosexual de tipo paternalista, es decir, de papá proveedor y mamá ama de casa e hijos en la escuela. Sin embargo este tipo de familia tiende a disminuir de manera drástica por factores diversos. De hecho aceptan a regañadientes que la mujer también tenga un trabajo como el hombre, pero aún le asignan una doble jornada laboral porque su empleo o autoempleo que le permite obtener un percepción económica, no la exime de “su” responsabilidad de atender el hogar, es decir, de cuidar a los hijos y cargar de manera principal con los quehaceres domésticos.
Sin embargo, antes del cristianismo y posterior a su surgimiento, la humanidad ha conocido muchas formas de organización familiar, lo que haría inútil querer forzar a todos o a la mayoría a ceñirse a un sólo modelo, de ahí que la pregunta de Javier Flores sea pertinente, pues si comparamos su otra bandera de lucha permanente que es querer intervenir en la educación pública incrustando la religión (la suya por supuesto), se puede saber a ciencia cierta la ganancia que les representa, la cual consiste en apoderarse de las mentes infantiles para su causa. Las consecuencias de la intromisión de la religión –sea la que sea- en la educación pública, significa de entrada la supresión de la libertad de pensamiento entre otros efectos negativos para la ciencia y la vida democrática.
El asunto es que con este tipo de presiones políticas que la Iglesia católica ejerce en las sociedades donde el catolicismo es numéricamente importante (particularmente en aquellas donde hay gobiernos de derecha proclives a él), muestra como está anclada en intereses estrictamente terrenales aunque lo disfracen de empresas espirituales, pues queda claro que la evangelización es asumida por ellos con intenciones de dominio político. De ahí a que como se dijo en el artículo anterior muestren en estos puntos una actitud irredenta hacia el Estado laico.
Javier Flores alude como un posible motivo el intento de controlar la sexualidad de las personas, pues es evidente que sus posturas en aspectos de esta naturaleza son similares, por ejemplo: su rechazo al uso del condón, de los métodos anticonceptivos vía fármacos, contra el aborto, etc., promoviendo al mismo tiempo la castidad y la abstinencia sexual. La condena al placer sexual es una constante del pensamiento conservador, por ello consideran que las relaciones sexuales sólo son válidas dentro del matrimonio o hacen énfasis en el aspecto reproductivo de las mismas. Todos estos planteamientos son refutables tanto científica como moralmente, porque por ejemplo, se dicen defensores de la vida (en abstracto) al oponerse al aborto o interrupción del embarazo (también con posturas absolutistas), pero se contradicen cuando condenan la inseminación artificial no obstante que mediante ella se trae vida. Sin embargo, alguien podría objetarme diciendo que defienden una postura “naturalista”, pero si ello es así, tendrían que condenar a las ciencias de la salud a las cuales seguramente recurren cuando les es necesario.
En este punto recordemos que su oposición a la eutanasia es también contradictoria, pues se oponen a que una persona desahuciada tenga una muerte asistida que le evite un sufrimiento físico prolongandolo innecesariamente, sin reparar que en esas condiciones (por ejemplo con vida vegetativa), la vida no es propiamente vida. La contradicción consiste en que se oponen a poner fin al sufrimiento de una persona desahuciada utilizando medios artificiales para provocarle una muerte digna, pero obligan paradójicamente a que se le mantenga artificialmente con vida conectada a mangueras por todos lados. A lo que voy es que en un animo purista, los curas que defienden posiciones dizque muy tradicionalistas, no dejan de recurrir y de beneficiarse de la ciencia cuantas veces les es necesario. En otras palabras, su absolutismo paradójicamente es muy relativo pues lo aplican de manera focalizada y a conveniencia
Volviendo al quid de la cuestión en lo que respecta a la respuesta de tipo político, se dice que la Iglesia quiere mediante este tipo de postura perpetuar su poder, pero señala que tampoco ella le convence. En lo personal comparto esta insatisfacción porque es obvio que con sus posturas retrogradas están lejos de afianzar poder. Lo lógico es que con tantas prohibiciones absurdas tiendan a perderlo. En este sentido, se antoja que la estrategia política más adecuada para sobrevivir sería decantarse por un rediseño institucional en vez de aferrarse a atavismos anacrónicos.
Mi opinión es que la Iglesia siempre ha sido muy terrenal y no puede verse a sí misma sin sus vínculos con el poder económico y político, particularmente aquel que le es ideológicamente afín. Creo que el conservadurismo del Vaticano ha sido un complemento político del neoliberalismo económico, retomado en consecuencia su original y tradicional vocación pastoral de predicar la mansedumbre en los desposeídos para tratar de inmovilizarlos políticamente, exactamente al contrario de lo que intentó en su momento la Teología de la Liberación que manifestó una preferencia militante por los más pobres. Creo que el clero conservador hegemónico desde Juan Pablo II se quedó en la inercia de su complicidad con los neoliberales y ambos se resisten a reconocer que están equivocados.
En consecuencia, para responder a la pregunta de Javier Flores no encuentro otro criterio que hacer una lectura estrictamente política porque la Iglesia es y ha sido una institución esencialmente política. Desde esa perspectiva supongo que el clero conservador puede considerar que la admisión de otras formas de familias que evidentemente no pueden ser descalificadas sin incurrir en falacias, podría no respaldar sus posturas derechistas, de ahí que prefieran asustar con el petate del muerto sin reparar que su actitud excluyente le es contraproducente porque mina su proyección universalista. Lo que también creo es que fortaleza del catolicismo al parecer va de la mano de la ignorancia y la pobreza de los pueblos, de ahí su marcado interés por Latinoamérica.
luque2009@gmail.com
César Ricardo Luque Santana
"No basta decir solamente la verdad, mas conviene mostrar la causa de la falsedad."
Aristóteles
El investigador y divulgador de la ciencia Javier Flores pregunta en su colaboración del día 20 de enero del presente año en el periódico La Jornada, cuál es el propósito que persigue la Iglesia católica con su empecinamiento de proponer y de querer imponer un solo modelo de familia, es decir, ¿qué ganan con ello? Él dice que no tiene una respuesta propia al respecto y que las ya conocidas como las referidas al inveterado interés de la Iglesia por el control de la sexualidad y por el control político mediatizador le resultan insatisfactorias. A continuación, retomaré algunos de sus planteamientos para tratar de aportar algunos elementos a esta interesante cuestión.
En términos de mera propuesta, desde luego que los católicos tradicionalistas tienen derecho a defender un modelo de familia específico, pero el problema es su empecinamiento por querer imponerlo a todos sin excepción. En el primer caso, sostienen que tal es la voluntad de Dios; mientras que en el segundo, consideran que es el más conveniente para la sociedad. Pero, ¿cuál es concreto ese modelo de familia que defiende el Vaticano? La familia nuclear heterosexual de tipo paternalista, es decir, de papá proveedor y mamá ama de casa e hijos en la escuela. Sin embargo este tipo de familia tiende a disminuir de manera drástica por factores diversos. De hecho aceptan a regañadientes que la mujer también tenga un trabajo como el hombre, pero aún le asignan una doble jornada laboral porque su empleo o autoempleo que le permite obtener un percepción económica, no la exime de “su” responsabilidad de atender el hogar, es decir, de cuidar a los hijos y cargar de manera principal con los quehaceres domésticos.
Sin embargo, antes del cristianismo y posterior a su surgimiento, la humanidad ha conocido muchas formas de organización familiar, lo que haría inútil querer forzar a todos o a la mayoría a ceñirse a un sólo modelo, de ahí que la pregunta de Javier Flores sea pertinente, pues si comparamos su otra bandera de lucha permanente que es querer intervenir en la educación pública incrustando la religión (la suya por supuesto), se puede saber a ciencia cierta la ganancia que les representa, la cual consiste en apoderarse de las mentes infantiles para su causa. Las consecuencias de la intromisión de la religión –sea la que sea- en la educación pública, significa de entrada la supresión de la libertad de pensamiento entre otros efectos negativos para la ciencia y la vida democrática.
El asunto es que con este tipo de presiones políticas que la Iglesia católica ejerce en las sociedades donde el catolicismo es numéricamente importante (particularmente en aquellas donde hay gobiernos de derecha proclives a él), muestra como está anclada en intereses estrictamente terrenales aunque lo disfracen de empresas espirituales, pues queda claro que la evangelización es asumida por ellos con intenciones de dominio político. De ahí a que como se dijo en el artículo anterior muestren en estos puntos una actitud irredenta hacia el Estado laico.
Javier Flores alude como un posible motivo el intento de controlar la sexualidad de las personas, pues es evidente que sus posturas en aspectos de esta naturaleza son similares, por ejemplo: su rechazo al uso del condón, de los métodos anticonceptivos vía fármacos, contra el aborto, etc., promoviendo al mismo tiempo la castidad y la abstinencia sexual. La condena al placer sexual es una constante del pensamiento conservador, por ello consideran que las relaciones sexuales sólo son válidas dentro del matrimonio o hacen énfasis en el aspecto reproductivo de las mismas. Todos estos planteamientos son refutables tanto científica como moralmente, porque por ejemplo, se dicen defensores de la vida (en abstracto) al oponerse al aborto o interrupción del embarazo (también con posturas absolutistas), pero se contradicen cuando condenan la inseminación artificial no obstante que mediante ella se trae vida. Sin embargo, alguien podría objetarme diciendo que defienden una postura “naturalista”, pero si ello es así, tendrían que condenar a las ciencias de la salud a las cuales seguramente recurren cuando les es necesario.
En este punto recordemos que su oposición a la eutanasia es también contradictoria, pues se oponen a que una persona desahuciada tenga una muerte asistida que le evite un sufrimiento físico prolongandolo innecesariamente, sin reparar que en esas condiciones (por ejemplo con vida vegetativa), la vida no es propiamente vida. La contradicción consiste en que se oponen a poner fin al sufrimiento de una persona desahuciada utilizando medios artificiales para provocarle una muerte digna, pero obligan paradójicamente a que se le mantenga artificialmente con vida conectada a mangueras por todos lados. A lo que voy es que en un animo purista, los curas que defienden posiciones dizque muy tradicionalistas, no dejan de recurrir y de beneficiarse de la ciencia cuantas veces les es necesario. En otras palabras, su absolutismo paradójicamente es muy relativo pues lo aplican de manera focalizada y a conveniencia
Volviendo al quid de la cuestión en lo que respecta a la respuesta de tipo político, se dice que la Iglesia quiere mediante este tipo de postura perpetuar su poder, pero señala que tampoco ella le convence. En lo personal comparto esta insatisfacción porque es obvio que con sus posturas retrogradas están lejos de afianzar poder. Lo lógico es que con tantas prohibiciones absurdas tiendan a perderlo. En este sentido, se antoja que la estrategia política más adecuada para sobrevivir sería decantarse por un rediseño institucional en vez de aferrarse a atavismos anacrónicos.
Mi opinión es que la Iglesia siempre ha sido muy terrenal y no puede verse a sí misma sin sus vínculos con el poder económico y político, particularmente aquel que le es ideológicamente afín. Creo que el conservadurismo del Vaticano ha sido un complemento político del neoliberalismo económico, retomado en consecuencia su original y tradicional vocación pastoral de predicar la mansedumbre en los desposeídos para tratar de inmovilizarlos políticamente, exactamente al contrario de lo que intentó en su momento la Teología de la Liberación que manifestó una preferencia militante por los más pobres. Creo que el clero conservador hegemónico desde Juan Pablo II se quedó en la inercia de su complicidad con los neoliberales y ambos se resisten a reconocer que están equivocados.
En consecuencia, para responder a la pregunta de Javier Flores no encuentro otro criterio que hacer una lectura estrictamente política porque la Iglesia es y ha sido una institución esencialmente política. Desde esa perspectiva supongo que el clero conservador puede considerar que la admisión de otras formas de familias que evidentemente no pueden ser descalificadas sin incurrir en falacias, podría no respaldar sus posturas derechistas, de ahí que prefieran asustar con el petate del muerto sin reparar que su actitud excluyente le es contraproducente porque mina su proyección universalista. Lo que también creo es que fortaleza del catolicismo al parecer va de la mano de la ignorancia y la pobreza de los pueblos, de ahí su marcado interés por Latinoamérica.
luque2009@gmail.com