Anecdotario filosófico
César Ricardo Luque Santana
Entre las diversas lecturas que he estado realizando durante estas vacaciones, me encontré con un texto muy simpático titulado “El libro de los filósofos muertos” (Editorial Taurus), donde el autor –un neoyorquino- Simon Critchley, nos plantea en una extensa Introducción, su postura filosófica ante la muerte e incluso nos informa que ofrece un seminario llamado “Filosofar es aprender a morir”, donde argumenta de qué manera la filosofía sirve como preparación para la muerte como una alternativa cualitativamente distinta de lo que ofrecen las religiones y las expresiones del New Age, Enseguida, brinda un repertorio de 190 filósofas y filósofos de todas las épocas extrayendo de sus biografías la forma en que vivieron y murieron, así como sus concepciones acerca de la muerte. Sin embargo, no pienso hacer una recensión del mencionado libro, sino simplemente compartir algunas anécdotas de todo tipo que me gustaron, agrupándolas por temas comunes.
Comenzaré por recoger una serie de conceptos acerca de la filosofía y los filósofos: para John Locke, por ejemplo, la filosofía tiene una misión epistemológica de esclarecimiento de las creencias que empañan el conocimiento. Para Hume, el estudio de la filosofía nos libera de las supersticiones. Diderot por su parte afirmó que la incredulidad es el principio de la filosofía. Williams James explica el asombro filosófico como un extrañarse de lo familiar y familiarizarse con lo extraño. Para Husserl, la filosofía es la “libertad de la total responsabilidad” y define al filósofo como “funcionario de la humanidad” en la medida en que opone a la barbarie mediante la razón.
También me enteré por este libro que el concepto de “amor platónico” pertenece al renacentista Marsilio Ficino; que el término de “librepensador” lo acuñó el idealista George Berkeley para “descalificar” a sus adversarios escépticos y materialistas; mientras que un tal John Toland (siglos XVII-XVIII) inventó el término panteísmo, del cual por cierto el autor ofrece una interesante interpretación en relación a Spinoza porque existe una cierta ambigüedad respecto a si dicho panteísmo le lleva al pensador holandés al ateísmo o si se trata de una forma peculiar de concebir a Dios, decantándose por la primera opción.
Sobre el tópico de la muerte sólo mencionaré a Tales de Mileto quien decía que no había diferencia. Entonces alguien le dijo: “y por qué no te mueres”; a lo que éste contestó: “por eso, porque no hay diferencia”.
En cuanto a la religión, da cuenta de las acres críticas de Voltaire hacia ésta sin llegar por ello al ateísmo sino que era deísta. Cuenta que en su lecho de muerte se negó a confesarse ante un sacerdote católico no obstante su insistencia. Pascal por su parte, sostenía que la experiencia de la fe religiosa no se podía expresar filosófica o racionalmente, postura que luego retomaría Unamuno en su obra “Sentimiento trágico de la vida.”. El rechazo a la religión en pensadores como Hume, Schopenhauer, Nietzsche, Russell entre otros es un dato muy conocido. Así, Hume mediante el escepticismo realizaba duras críticas a todas las creencias sobrenaturales, mientras Russel consideraba que las religiones eran en sí mismas perniciosas. También cuenta el autor que la estatua de Giordano Bruno en muchos pueblos italianos se encuentra frente a la iglesia a iniciativa del Partido Comunista Italiano.
En cuanto a la vida pública de algunos filósofos, Vico fue prácticamente un desconocido por sus coetáneos, pero la mayoría gozó de fama pública. Se sabe por ejemplo de la vida austera y de los hábitos rígidos de Kant que eran conocidos por sus paisanos de Konisgberg, entre otros, que siempre pasaba a la misma hora en sus distintos recorridos caminando, y que cuando el filósofo murió, su funeral duró 16 días siendo acompañado a su sepulcro por miles de personas que seguramente no conocían sus ideas filosóficas. Kant por cierto, fue el primer filósofo moderno en ganarse la vida como académico. Dice el autor que cuando Bergson fue a dar una conferencia en 1913 a Manhattan, provocó el primer atasco de tránsito en Brodway. Schopenhauer fue uno de los que alcanzó la fama en sus últimos años de pensador, pero otros fueron plenamente conocidos y reconocidos hasta su muerte, de ahí que Nietzsche dijera acertada y premonitoriamente que “algunos hombres nacen póstumamente”. Incluso Karl Marx, si bien fue conocido y reconocido por las organizaciones obreras europeas de finales del siglo XIX como la Primera Internacional, alcanzó mayor influencia durante el siglo XX e incluso en una encuesta de la BBC del 4 de julio de 2005, fue considerado por el público el filósofo más importante del mundo. Asimismo menciona que en los funerales de Sartre, asistieron 50 mil personas, lo que indica la enorme popularidad que el filósofo existencialista gozó en vida.
La historia de la filosofía también nos ofrece personalidades controvertidas o que hicieron alguna cosa extraña. Del enciclopedista francés La Mettrie (quien escribió “El hombre máquina”), sus propios compañeros decían que estaba loco de atar. De Leibniz sugiere que llevaba una doble vida porque en público se asumía como creyente pero se sospechaba que en privado no lo era. Tal vez una de las “puntadas” más bizarras fue la decisión del filósofo utilitarista Jeremías Bentham de “donar” su cuerpo al morir para ser exhibido permanentemente en una especie de cabina en la entrada del University College de Londres. El cuerpo desde luego fue diseccionado y rellenado con paja, vistiéndolo con su traje favorito. El cuerpo de Bentham está sentado en una silla y se dice que lo llevan a las reuniones del instituto haciendo constar su “asistencia” con las siguientes palabras: Jeremy Bentham, presente pero sin voto.”
También han existido filósofas en diversas épocas de la historia. En este punto el autor refiere el libro “La Historia de mujeres filósofas” de Guilles Ménage donde hace un recuento 65 pensadoras desde la antigüedad hasta la época moderna, en este caso el siglo XVIII que es cuando se escribió dicho libro. Se sabe por ejemplo de que hubo comunidades filosóficas en la antigua Grecia que admitieron mujeres, como los pitagóricos, la Academia de Platón, la Escuela del Jardín de Epicuro, los estoicos y otros, destacando la neoplatónica Hipatia de Alejandría (siglo IV d. C.), filósofa y matemática asesinada por fanáticos cristianos. El autor destaca tres mujeres ilustradas francesas e inglesas de los siglos XVII y XVIII que fueron pioneras entre otras cosas del feminismo: Anne Coway, Lady Mashan y Mary Wollstoncraff.
En el ámbito de la política también figuran muchos filósofos, siendo los más conocidos Platón por sus obras de filosofía política y su intento de instaurar una república ideal en Siracusa, Aristóteles que fue preceptor de Alejandro Magno, Maquiavelo desde luego que según el autor (y coincido con ello) ha sido injustamente estigmatizado, entre otros, cuya preocupación y participación es muy conocida. Destaco sin embargo algunas anécdotas: una relativa a la ingratitud de Heidegger con su maestro Husserl a quien no sólo desplazó de su cátedra sino que llegó a negarle el acceso a la biblioteca. Heidegger como es sabido se afilió al partido Nazi y jamás renegó de ello, lo que le quita que haya sido uno de los más grandes pensadores del siglo XX. Otra se refiere al gran pensador marxista Antonio Gramsci quien no obstante su fuero de diputado, el dictador Mussolini lo mandó a prisión por más de 20 años. El fiscal que lo condenó dijo: “Tenemos que detener el funcionamiento de ese cerebro durante veinte años.” A pesar de ese ominoso encierro y de los deseos aviesos del fiscal fascista, Gramsci escribió ahí su obra política fundamental llamada precisamente “Los cuadernos de la cárcel”. Otros datos que me llamaron la atención, es que el neopositivista del Círculo de Viena, Rudolf Carnap, fuera un “humanista socialista”, quien visitó luego del 68 mexicano a un colega preso en Lecumberri (asumo que se trataría de Elí de Gortari quien también se orientaba por la filosofía de la ciencia y la lógica). También participó activamente el movimiento a favor de los negros en Los Ángeles (EUA) y rechazó una oferta académica en la UCLA por negarse a hacer el juramento McCarthista. Por último, también me sorprendió la nota de que en 1841, el filósofo Schelling dictó una conferencia inaugural asumiendo la cátedra dejada por el extinto Hegel en la Universidad de Berlín con la consigna de erradicar su influencia. Pero el dato que me asombró es que a ella asistieron Kierkegaard, Engels y Bakunin.
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