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martes, 17 de mayo de 2011
Ricardo Luque - Primer Coloquio Estudiantil de Filosofía en la UAN
Primer Coloquio de Filosofía en la UAN
César Ricardo Luque Santana
Dentro del marco de la semana cultural del Área de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Nayarit, se realizó el lunes 16 de mayo el Primer Coloquio Estudiantil de Filosofía, el cual consistió en 4 mesas de trabajo y un panel de discusión entre los docentes de la carrera de Filosofía sobre las relaciones entre filosofía y ciencia.
Este coloquio se organizó como parte de una preparación de un grupo de estudiantes del Programa Académico de Filosofía que participarán en el XXVIII Congreso Estudiantil de Filosofía a celebrarse en Puebla durante la última semana de mayo. Sin embargo, como bien lo señaló durante la inauguración de este Coloquio el coordinador de Filosofía Raúl Alamillo, esta actividad fue valiosa en sí misma porque constituye por un lado una forma alternativa de aprendizaje más allá de los espacios habituales, y por otro lado, abona favorablemente a la integración de la joven comunidad de filosofía integrada por estudiantes, egresados y profesores mediante un sano ejercicio de interlocución académica.
En cuanto al objetivo propedéutico de cara a la participación de un grupo de estudiantes de filosofía de la UAN en el mencionado Congreso en Puebla, creo que el ejercicio cumplió satisfactoriamente con ese propósito porque las ponencias presentadas fueron evaluadas públicamente no sólo por los profesores que moderaron cada una de las mesas de trabajo, sino también por los mismos estudiantes que formaban parte del público. Las observaciones hechas a cada una de las ponencias fueron tanto de forma como de contenido, es decir, desde la estructuración del argumento hasta los aspectos de redacción, pasando por el manejo apropiado de conceptos y teorías, entre otros puntos. Las críticas a los trabajos presentados se hicieron con relativo rigor, aunque siempre con camaradería para que los ponentes tomaran nota de algunas objeciones a sus argumentos y/o aclararan dudas sobre ciertos planteamientos con el fin de que posteriormente hicieran las correcciones pertinentes a fin de fortalecer sus respectivas ponencias.
Las mesas del Coloquio trataron temas sobre tópicos diversos de epistemología, filosofía de la ciencia, filosofía del lenguaje, filosofía política, filosofía de la historia y sobre algunas tendencias actuales en filosofía. Sin embargo, resulta difícil resumir cada ponencia en este espacio, y más aún, retomar las discusiones que éstas generaron, pero comentaré brevemente las dos ponencias de la mesa que me tocó moderar de Filosofía de la Historia y Filosofía Política.
Una de ellas se tituló “Reflexiones sobre la filosofía de la historia de Luis Villoro” por parte de Miguel Luna a partir de un ensayo de Villoro en la obra “¿Historia para qué?” En él, Villoro aborda la doble dimensión de la historia: una referido a los sucesos pasados y otra que alimenta el pensamiento disruptivo. En ambos casos, la historia no sólo es narración de hechos pasados sino explicación de los mismos, la cual puede ser legitimadora o crítica. En el primer caso, la historia es usada para justificar determinadas instituciones, pero más allá de ello, tiene la indudable función de dotar de identidad y sentido de pertenencia a una comunidad dada. En el segundo caso, la historia es asumida por el pensamiento crítico o disruptivo para dotar de sentido y orientación a la lucha social por transformar el orden social de manera más justa.
La importancia del carácter disruptivo del pensamiento histórico radica en que al tener conciencia de que la historia la hacen los hombres y por ello es posible entenderla, permite asimismo mantener viva la utopía de construir una comunidad sustentada en la razón o como el mismo Villoro dice, “una comunidad posible de entes racionales”.
En este sentido, la historia es maestra de la vida porque permite entender el presente, o desde éste, entender el pasado, así como pensar el futuro construyendo un horizonte de sentido orientado a la buena vida, es decir, a la felicidad de todos. La memoria histórica nos permite reconocernos en lo que somos (y esto vale también para nuestras historias personales o privadas), pues si no tuviéramos memoria de nuestro pasado, no podríamos comprender quiénes somos o qué podríamos llegar a ser.
Esta reflexión de Villoro no aborda sin embargo plenamente el problema de la objetividad (cientificidad) del conocimiento histórico o el problema de los juicios de hechos y los juicios de valor, tema que comenté es su momento, es abordado satisfactoriamente por el filósofo polaco Adam Schaff en su obra “Historia y verdad”.
La otra ponencia correspondió a Nidia Navarro quien abordó el tema de la transformación de la política en biopolítica a partir de las tesis de Michel Foucault y Giorgio Agamben. La exposición partió de su interpretación personal de la política, seguida de una visión histórica de la misma desde los griegos hasta la modernidad, para pasar de ahí a su transformación en biopolítica en Foucault primero y Agamben después, para desembocar de la mano de este último, al análisis de Noam Chomsky sobre la manipulación mediática que ejerce el Poder sobre la gente para que asuman como interés común lo que en realidad es el interés de unos cuantos, tratando finalmente de vincular y significar las tesis de Agamben y Chomsky con nuestra propia circunstancia.
Creo que esta ponencia de Nidia podría dar lugar a una investigación de largo aliento porque en ella se dibuja el fortalecimiento del Estado sobre la sociedad civil, pues desde el Leviatán de Hobbes hasta la actualidad en un contexto de globalización bajo la égida del neoliberalismo, el Estado mantiene un control más férreo sobre las personas -no obstante la ilusión de vivir bajo la democracia- a la manera de los señores feudales de horca y cuchillo que disponían de las vidas de sus súbditos arbitrariamente. En este sentido, resultaría útil como comenté durante esta mesa, revisar la tesis de Marcuse en “El hombre unidimensional” (1967) donde sostiene sin titubeos la naturaleza totalitaria de la sociedad estadounidense donde la opresión funciona subrepticiamente porque la población confunde la libertad con el confort y por la efectividad de la manipulación mediática.
La intensa jornada concluyó con un panel sobre la relación entre filosofía y ciencia que se realizó por un grupo de profesores y estudiantes para cubrir la conferencia que estaba programada con ese mismo tema con la Dra. Yolanda Cadenas, que se tuvo que retirar de último minuto por problemas de salud. La charla colectiva resultó interesante porque se tocaron muchos temas alrededor de esta relación y se propició una gran participación no sólo de los panelistas sino también de algunos asistentes.
Para concluir no me queda sino reconocer los esfuerzos de los organizadores de esta actividad, a los estudiantes Jonathan Ochoa y Arturo Escobedo y a mis jóvenes colegas los maestros Cecilia Licea, Pedro García y Adrián González. También hago extensivo mi reconocimiento a los estudiantes y egresados que se dieron cita al Aula Magna del edificio de Ciencias Sociales y Humanidades y mantuvieron su asistencia e interés durante todo el día que duro esta intensa jornada de reflexión filosófica. También es justo agradecer a Coffe Time por su apoyo incondicional a esta actividad obsequiándonos un delicioso café colombiano y unas ricas galletas.
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