Este blog pretende ser una comunidad de aprendizaje sobre tópicos filosóficos y políticos, abiertos a cualquier persona que se interese por participar en los temas que aquí se exponen mediante comentarios críticos anotados al final del artículo del momento o enviándolos por email. Asimismo, todos mis escritos pueden ser reproducidos libremente en otros medios impresos o digitales conservando mi autoría.
domingo, 14 de diciembre de 2008
César Ricardo Luque Santana
La pertinaz campaña del DIF estatal (Nayarit) sobre la promoción de los valores, refleja la visión de una clase política que vive en la fantasía porque creen que basta una campaña publicitaria para promover los valores en la sociedad, además de que expresa la visión e ilusión típicamente conservadora de creer que los valores, y con ello el mejoramiento personal, se pueden alcanzar por el sólo hecho de desearlos sin considerar las condiciones de posibilidad económicas, sociales y políticas de la población a la que se dirige dicha campaña.
Pero como dijo el destazador, vamos por partes. Primero, qué entendemos por valores; segundo, analizar si los valores pueden transmitirse (ambos tópicos son temas de suyo filosóficos tratados por la Ética); y tercero, hacer una lectura política de esta obsesión de los grupos conservadores y tradicionalistas respecto a los valores, la familia, las buenas costumbres y los estados emocionales positivos.
Cualquier libro elemental de Ética aborda la cuestión de definir los valores acotando éstos al plano de la moral como principios de comportamiento que asumen los individuos en una comunidad por convicción sin mediar ninguna coerción como en el caso de las leyes o normas jurídicas, distinguiéndolas también de las normas de buen comportamiento como saludar, dar el asiento en los camiones a las personas mayores o con alguna necesidad visible, o cualquier norma de cortesía en general. De hecho, los valores que promueve esta instancia de gobierno, mezclan valores morales con normas de buen comportamiento y/o preceptos motivacionales. Todas sin embargo, son cualidades deseables en los seres humanos, pero el ser “optimista” o tener buena “actitud”, por ejemplo, no son preceptos estrictamente morales, pues la moral trata de lo relativo al bien en contraposición al mal, es decir, un pesimista no es necesariamente alguien malo, sino un sujeto deprimido, e igual, una persona apática o sin actitud positiva, puede ser por falta de motivación, sin que ello implique un juicio moral al respecto. En otras palabras, hay normas que son de índole interna porque se asumen por convencimiento (los valores morales) y otras que son de naturaleza externa porque se asumen para evitar una sanción subjetiva (“el qué dirán”) o punitiva (castigo corporal), o bien porque prometen el éxito personal.
Los valores morales son entonces asumidos por convencimiento no sólo en el discurso sino en la práctica, pues la importancia de los valores es que permiten la cohesión de la comunidad en la conciencia de lo que es bueno y lo que es malo. Una cosa es calificar de bueno al valor de la honradez y otra muy distinta es ser honrado, sin embargo, el hecho de que en la práctica haya sujetos que no son honrados (y tienen mucho éxito precisamente por ello), no demerita este valor porque su naturaleza es prescriptiva, es decir, es un ideal, está en marco del deber ser.
Hasta aquí no hay mayor problema, solamente se ha distinguido entre valores intrínsecos y extrínsecos, se ha señalado que ambos son positivos y necesarios para la convivencia social y nada más (pero nada menos). El punto ahora es si es posible enseñarlos.
Esta cuestión la trata Sócrates en el Diálogo platónico del Menón o de la virtud, donde Sócrates sostiene a lo largo de su diálogo con Menón, que las virtudes o valores no se pueden enseñar, pero concluye que si se pueden aprender. Lo que trata de decir es que para asumir los valores en serio, es decir, no sólo de dientes para afuera sino para regir de veras la conducta propia a partir de ellos, no es una cuestión de aprender en los libros, o de llenarse la boca de palabrería, sino de ser consecuente en la práctica, como por ejemplo, cuando Sócrates sostiene que es mejor padecer el mal que realizarlo. Es como si se quisiera generar una conciencia democrática con base en spots o cursos, pues a través de esos medios sólo se pueden aprender conceptos, pero no garantiza su realización efectiva. Esto lo vemos en los centros educativos donde se habla en las clases constantemente de democracia pero no existe en la práctica de la institución.
Por tanto, creer que se influye en el buen comportamiento de la gente con costosas campañas publicitarias, es en el menor de los casos una vacua ilusión y en el peor de ellos una forma de hipocresía grotesca, y en ambos denotan una profunda ignorancia, propia del pensamiento mágico más primitivo que creía en el animismo de las piedras.
La lectura política inevitable de esta ideología (falsa conciencia) de los grupos dominantes que viven en una burbuja de cristal, revela su desconocimiento del funcionamiento de sistema socioeconómico prevaleciente (aunque gozan de sus privilegios) donde los lazos de solidaridad promovidos por el Estado benefactor son ahora inexistentes, no obstante que la solidaridad es uno de los más bellos valores, pero que ha sido resignificado en términos de caridad individual y no como un lazo de apoyo mutuo de carácter social.
¿Cuál es la intención de este tipo de campañas del conservadurismo neoliberal, es decir, no la intención manifiesta, sino la oculta? Según el argumento falaz de este tipo de pensamiento muy afin a los rollos de desarrollo humano, superación personal, programación neurolingüística y demás supercherías del esoterismo, los individuos son responsables de su éxito personal con base en su actitud y buen comportamiento, sin tomar en cuenta el contexto en el que se desenvuelven. Pero, ¿no son acaso las personas más inmorales e inescrupulosas las que más éxito tiene? En efecto, así sucede en la realidad, y dicho éxito material se debe sobretodo a sus buenas relaciones políticas, o al pertenecer a dinastías o mafias económicas y/o políticas que les heredan poder político y económico, lo que les allanan el camino independientemente de que algunos puedan ser ineptos e inmorales, pues basta con ser astuto, ambicioso y decidido. Desde luego, hay como en todo, algunas excepciones afortunadamente.
El hecho es que hacerle creer a los demás que basta que sean buena onda, que tengan una actitud positiva, que deseen superarse, y de ser bueno en el sentido de no rebelarse nunca (de soportar las injusticias sin chistar), es decir, en términos de mansedumbre, explica el verdadero sentido de manipulación de esta campaña que se dirige al individuo socialmente aislado, al cual se conmina a ser respetuoso de unas instituciones totalmente desacreditadas, y sobretodo, a asumir que sus desgracias son su culpa por no ser una persona preparada y con las cualidades que la “filosofía” de la superación pregona, que no es otra cosa que religión disfrazada y fraseología de lugares comunes de Perogrullo, machacados una y otra vez, dirigidos a analfabetas funcionales y elaborados por analfabetas funcionales. El paralelismo con la religión es porque ésta promueve la salvación individual del alma y la sumisión ante los poderosos, es decir, el conformismo y la adaptación al medio social asumido como inexorable.
En conclusión, dicha campaña es además de costosa, demagógica, porque no es verdad que baste la mera actitud, asumir reglas supuestamente morales abstraídas de las condiciones materiales de vida de la persona o seguir pautas como el optimismo, la generosidad, etc., que son resignificadas de manera perversa e hipócrita. El éxito material en general está reservado por definición a unas cuantas personas y los valores aludidos son inútiles en el sentido en que se manejan, pues su función primordial no es la auténtica realización del individuo como ser humano, sino cultivar su egoísmo para que compita con sus semejantes ante la zanahoria que los poderosos les ponen para que formen parte de la minoría de incluidos, mediante un sistema de meritocracia, restringido de suyo.
domingo, 7 de diciembre de 2008
Honor a quien honor merece
César Ricardo Luque Santana
El día viernes 5 de diciembre de 2008 se entregó merecidamente el Doctorado Honoris Causa al historiador francés-mexicano Jean Meyer Barth, en un emotivo acto solemne en el recinto de la Biblioteca Magna de la Universidad Autónoma de Nayarit, con excelentes participaciones del historiador universitario maestro Pedro Luna Jiménez, el Dr. Manuel Olimón Nolasco y el Dr. Pedro Antonio Enríquez Soto quien habló a nombre del claustro de doctores del área de Ciencias Sociales y Humanidades de la UAN, aunque a la vez –me pareció oír-, estaba también en representación del gobernador Ney González Sánchez, además por supuesto de la intervención del homenajeado que resultó una verdadera delicia, narrando en forma anecdótica cómo llegó a México y por qué se interesó por investigar sobre la cristiada y sobre Manuel Lozada.
Pero si usted no asistió a este evento y quiere conocer los textos que se leyeron o los discursos que se vertieron de viva voz en este importante acto académico, seguramente que se quedará con las ganas de ello, pues al igual que en las otras ceremonias de este tipo o la Cátedra Amado Nervo, nunca se ha publicado una memoria al respecto, sino que en el mejor de los casos, se trasmite por TV UAN una edición de ello, de manera que si tiene suerte y servicio de televisión por cable, podrá verlo algún día.
¿Por qué razón la Universidad Autónoma de Nayarit no ha publicado una memoria de cada acto académico solemne? No lo sé. Realmente uno no se explica por qué eventos académicos tan relevantes no son testimoniados y socializados por escrito. Creo sin embargo que es necesario publicar la memoria de dichos actos académicos, particularmente de los reconocimientos de Doctorado Honoris Causa y los de la Cátedra Magistral Amado Nervo. En el primer caso, se ha entregado reconocimientos al poeta acaponetense Alí Chumacero, al creador de nuestra máxima casa de estudios el ex gobernador Dr. Julián Gazcón Mercado, al investigador científico el biólogo Juan Luis Cifuentes Lemus, y ahora le tocó el turno al historiador Jean Meyer; mientras que de la Cátedra Amado Nervo hemos tenido al escritor Carlos Monsiváis, al también escritor José Emilio Pacheco y a la escritora Elena Poniatowska.
Quienes hemos tenido el privilegio de estar en estos actos (cuando menos así lo siento en mi caso), hemos disfrutado de la inteligencia de todos estos personajes y hemos sentido (de nuevo perdón por usar la tercera persona) un acierto de la UAN reconocer su contribución cultural con nuestro estado y en general con México.
Me parece que se podría impulsar una serie de publicaciones para ir documentando cada uno de dichos eventos recopilando los discursos escritos que se leyeron para la ocasión (incluidos los protocolos del mismo) y recuperar en versión estenográfica aquellas intervenciones importantes que se hicieron en forma verbal, cuidando de conciliar la fidelidad de lo que se dijo con la estructuración de un discurso escrito, porque a veces este tipo de mensajes verbales, si bien uno supone que están previamente meditados, pueden sin embargo al pasarlo por escrito tener defectos que incomoden al autor. Recuerdo al respecto lo que José Emilio Pacheco dijo relativo a esta situación en el marco de la Cátedra Magistral Amado Nervo. Sucedió que él olvidó el escrito que tenía preparado para la ocasión en el hotel donde se hospedaba y tuvo que improvisar su discurso. A mi me gustó su espontaneidad, pero hubo otros que les desagradó ese hecho, considerando una ligereza del escritor, pero el punto que me interesa resaltar es que él comentó que si llegaban a poner por escrito su intervención, tenía que revisarla para su publicación, y seguramente lo que haría sería recuperar la parte anecdótica para reescribir un nuevo relato que recogiera el suceso sin las deficiencias de una mera trascripción literal (además de incorporar el supuesto discurso que tenía preparado y no se leyó). Comentó que una vez le sucedió algo parecido, que hubo de improvisar y que posteriormente le trascribieron la plática que dio, la cual, a la hora de leerse, el documento escrito se veía muy estropeado, de modo que si alguien leyera ese texto atribuido a él sin conocer el contexto del mismo, pensaría que el escritor aludido había hecho un galimatías vergonzoso por tratarse de un escritor consagrado.
Dicho lo anterior, propongo que se publiquen estos actos académicos solemnes en dos series, un sobre los Doctorados Honoris Causa, y otro, sobre la Cátedra Magistral Amado Nervo, que incluyan los discursos escritos y verbales con las salvedades mencionadas, además de fotografías y tal vez hasta una crónica de alguien que haya estado involucrado en la atención de estos personajes, entre otros aspectos y criterios que se considere pertinentes en cada caso. En fin, creo que la oportunidad y la obligación de publicar unas memorias de este tipo es una labor ineludible de la Universidad Autónoma de Nayarit.
Por último, te invito a que me mandes tus opiniones a cesar_luque40@hotmail.com o luque2009@gmail.com o directamente al final de cada artículo dentro de mi blog realiza tu comentario crítico para desatar un diálogo. Recuerda que la verdad se construye intersubjetivamente.
miércoles, 3 de diciembre de 2008
Altruismo e impostura
César Ricardo Luque Santana
El altruismo significa interés por el bien ajeno aún a costa del propio. Esta definición resulta relevante a propósito de la nueva edición del Teletón, en la idea de indagar qué tanto los promotores de esta iniciativa cumplen con este precepto, o mejor dicho, qué tan auténticos son con el significado original de este término.
Es sabido que en este evento del Teletón, quienes más dinero suelen aportar al mismo son los ciudadanos comunes y no las grandes empresas cuya contribución dista mucho de ser lo generosa y desinteresada que nos quieren hacer creer.
Veamos el asunto con detenimiento, pero antes es importante aclarar que no se critica el objetivo y el resultado por sí mismo, que sin duda alguna ayuda de manera significativa a muchas familias que tienen hijos con alguna discapacidad a paliarla. Es decir, la necesidad de contar con este tipo de centros o instituciones es altamente benéfica, y por tanto la iniciativa para realizar el proyecto es también meritoria de suyo. Lo que se cuestiona son dos cosas: uno, la doble moral de quienes se suponen debería de hacer válido el principio bíblico de que no sepa la mano izquierda lo que hace la derecha, es decir, que no lucraran con la desgracia ajena; y dos, la tendencia neoliberal de hacer de la caridad un sucedáneo de la asistencia pública.
En el primer caso sucede algo parecido a los impuestos, pues los que más los evaden son los grandes capitalistas, y porcentualmente hablando, la mayor parte de los ingresos del Estado vía impuestos son de las personas físicas, de los asalariados que son contribuyentes cautivos, de los pequeños comerciantes y profesionistas liberales, además de los consumidores que pagan IVA, sin olvidar lo que aportan las empresas del Estado como PEMEX, CFE y también las remesas de los inmigrantes mexicanos en EUA. Los grandes empresarios tienen contadores capaces de hacer malabares contables para ocultar o deformar información, crean empresas fantasmas y recurren a una serie de trucos que desde luego cuentan con la complicidad de las autoridades hacendarias para evadir lo más que pueden el pago de impuestos (y algunos otros como los que realizan negocios a través de la bolsa de valores, de plano están exentos), pero la manera más redituable para ellos en términos de imagen es el altruismo o la filantropía.
Como es sabido, en los famosos redondeos de los grandes centro comerciales, los consumidores aportan millones de pesos que las empresas en cuestión donan para la asistencia pública como si fueran aportaciones propias, deduciendo impuestos de ello, pues no donan a nombre de los consumidores sino a nombre propio, cuando ellos sólo administran ese recurso. Pero además de deducir impuestos con dinero ajeno, se hacen propaganda como empresas con sentido social que ayudan a los más desvalidos, logrando no sólo una publicidad gratuita sino un prestigio y credibilidad inmerecidos.
Con el Teletón sucede un esquema parecido, pues son las grandes empresas y Televisa en particular, quienes capitalizan para sí el esfuerzo de millones de mexicanos que realmente si actúan desinteresadamente en la mayoría de los casos, porque muchos de los que cooperan con algunas monedas son gente que realmente están muy necesitadas y para los cuales desprenderse de 10 pesos por ejemplo, puede ser un verdadero sacrificio. Ciertamente, esta contribución se diluye en el anonimato, lo cual en sí no es malo, pues no se podría dar el crédito a cada persona en lo individual, pero es obvio que las marcas comerciales si obtiene créditos que la más de las veces no merecen porque como se dijo, se apropian de lo que dan otros para evadir impuestos y hacerse propaganda gratis, sino también porque presionan a sus propios empleados y trabajadores para que “cooperen” con la causa, descontándoles de su menguado salario un porcentaje determinado.
El otro punto no menos cuestionable es avalar mediante este tipo de campañas la política del Estado neoliberal de abdicar de sus obligaciones con los grupos sociales más vulnerables, sustituyendo la asistencia social pública por la caridad, el altruismo o la filantropía; que en el mejor de los casos debería ser un complemento de los programas sociales y no un parche de los mismos, pues de todos modos le siguen cargando al ciudadano común la factura de lo que se supone debería ser sufragado con los impuestos, además de beneficiarse como ya se dijo con la generosidad de los mexicanos evadiendo impuestos y haciéndose publicidad gratuita.
Hetairos
HETAIROS
César Ricardo Luque Santana
A continuación expondré de manera breve las razones por las cuales decidí llamarle a mi blog HETAIROS, explicando de dónde procede esa palabra y qué sentido genuino tiene.
Hetairos es una palabra de origen griego que significa socios. La utiliza Sócrates en la Apología cuando sus acusadores le echan en cara que algunos de sus discípulos como Critias y Alcibíades fueron antiatenienses, a lo que él respondió que no nunca ha tenido mathetes = discípulos o aprendices, sino hetairos = socios o compañeros de aprendizaje. En este caso, hetairos en el sentido de philoi = amigos. Con ello quería decir que tenía amigos que compartían con él la búsqueda de la verdad, si bien es cierto que –añade-, se le acercaba mucha gente, principalmente jóvenes para oír sus disertaciones y disputas, y él mismo disertaba con cualquier persona sin importar su condición social. La palabra hetaira en cambio, significa cortesana o dama de compañía y seguramente vienen de la misma familia de palabras, aunque su significado se ha transformado en forma despectiva.
Ahondando un poco más en el contexto histórico en el que se emplea la palabra hetairos, Sócrates en su autodefensa, afirma que él no es maestro de nadie y que por lo tanto no tiene discípulos, pues su programa filosófico consiste en que “sabe que no sabe nada” y por consecuencia, no tiene nada que enseñar a los demás.
En otra obra de Platón, en El Banquete, esa misma respuesta es la que Sócrates le da a Alcibíades, quien cuenta una serie de hazañas de Sócrates, entre ellas, narra una en donde estando solos en casa de Alcibíades, éste se insinuó con Sócrates para tener relaciones sexuales físicas con él, a lo que Sócrates se negó aduciendo que no tenía nada con que corresponderle, pues con lo que podría pagarle es con conocimiento, pero él sólo sabe que no sabe. Por cierto, este es el verdadero sentido del amor platónico, un amor ideal o puro, no por que sea secreto o imposible como lo interpreta mucha gente, sino porque debe evitar el contacto físico para mantener su pureza. En Platón, las ideas son inmutables y anteriores a las cosas materiales. Las manifestaciones de amor entre personas o de cualquier otro tipo, proceden de una idea de amor que como tal es pura e inmutable. El eros o amor, es el deseo por algo que no se tiene y que se juzga valioso, pues nadie desea tener lo que ya tiene, de ahí que la filosofía sea amor al saber, pues para el filósofo, el saber o la verdad, no es algo dado sino algo que se tiene que buscar incesantemente, por ello Sócrates enarbola un programa filosófico con su famosa frase de “yo sólo sé que no sé nada”.
Con base en este concepto y en la vida ejemplar de un filósofo emblemático como Sócrates, cuyo apego a la búsqueda de la verdad lo llevó a padecer la pobreza y una muerte injusta por sus conciudadanos, se pretende resaltar el ideal educativo de formar hombres y mujeres libres e independientes, capaces de ser leales a la verdad y de asumir sus consecuencias ante cualquier persona, demostrando se congruentes entre su forma de pensar, decir y actuar, sin caer en lisonjas ante personajes mediocres pero poderosos, o callando ante las injusticias. Este es el sentido auténtico del filosofar, el que desarrolla un pensamiento crítico el cual consiste por un lado en juzgar con base en el conocimiento como decía Kant, y por otro lado, en mostrar una capacidad de indignación y denuncia ante las mentiras e injusticias como decía Marx.
De este modo, creo que en la escuela y en la vida, todos aprendemos de todos como decía Paulo Freire, pero cada uno piensa por sí mismo. Por ello, en una comunidad de aprendizaje, no hacen falta los maestros ni son necesarios los discípulos, pues por maestros tenemos ya a los grandes maestros de la vida, como llamaba Wilhem Dilthey a los grandes pensadores de la humanidad. En mi caso, repito lo que solía decir el entrañable José Gaos –guardando las debidas proporciones con su figura- “yo no soy filósofo sino profesor de filosofía”, aunque desde luego, la filosofía no se reduce a su ámbito académico, ni a una forma de pensar peculiar, sino que es ante todo, un estilo de vida.
Lo que este blog quiere lograr por tanto es: cultivar una relación horizontal con los demás basado en la razón, rechazando el deseo de dominar y ser dominado, de tratar a los demás como menores de edad o ser tratado de ese modo, defendiendo con firmeza los puntos de vista que uno considera correctos y éticos, estando abierto a ser persuadido con base en esos mismos criterios, interactuando ambos como seres libres.