domingo, 11 de abril de 2010

Ricardo Luque - Alianza electoral y gobierno de coalición

Alianza electoral y gobierno de coalición

César Ricardo Luque Santana

Ni servilista ni panfletario”. Silvio Rodríguez

En 1999 Nayarit fue pionero de las alianzas electorales -particularmente la que se dio entre el PRD y el PAN- la cual fue muy cuestionada en su momento por las discrepancias ideológicas entre ambos partidos, pero ésta situación se superó en parte por la candidatura de un personaje ajeno a ambos institutos políticos, el empresario Antonio Echevarría, que meses atrás había renunciado al PRI. La historia subsecuente es ampliamente conocida teniendo luces y sombras que sin duda arrojó lecciones dignas de considerar, pues por ejemplo, se falló en no asumir la alianza electoral como un gobierno de coalición, lo que a la postre permitió el retorno del PRI al gobierno.

Hoy nuevamente se teje la posibilidad de una nueva alianza entre los mismos actores que en aquella ocasión vencieron al PRI y nuevamente se alzan críticas parecidas, particularemente de algunas voces de la izquierda, las cuales no deben ser descalificadas de antemano, pues en sí mismas forzan a los actores políticos -particularmente al PRD- a justificar sus pretensiones más allá de un mero pragmatismo, el cual es una realidad de la política pero que se vuelve delezneable cuando en vez de ser un medio se convierte en un fin en sí mismo.

Una de las objeciones más fuertes a la alianza entre el PAN y el PRD tiene que ver con el resultado electoral del 2006, donde se presupone con buenos elementos la existencia un fraude electoral al candidato presidencial del PRD Andrés Manuel López Obrador y la imposición del candidato panista Felipe Calderón, así como la postura de los perredistas de no reconocer a este último como presidente legítimo, sin contar con que habitualmente ambos partidos mantienen casi siempre posturas contrarias en espacios como el poder legislativo, amén de la rivalidad histórica entre ambas fuerzas.

La posibilidad de una alianza amplia para el 2011 en Nayarit, se inscribe además en el marco de una serie de alianzas entre el PAN y el PRD en diversos estados, aunque se descarta una alianza entre ambos para la presidencia de la república para el 2012. En este sentido, lo que se buscaría entre otras cosas sería debilitar al PRI derrotándolo en la mayor parte de los estados de la república, pues la amenaza de su retorno a la presidencia de México no es descabellada.

A lo largo de la historia han existido alianzas políticas entre adversarios o enemigos polìticos irreconciliables que tomadas fuera de contexto parecerían inverosímiles, lo que significa que en ocasiones especiales las circunstancias permiten u obligan a actores polìticos rivales a realizar alianzas coyunturales mutuamente ventajosas. En sentido, la posible reedición de la alianza electoral entre panistas y perredistas en Nayarit, así como con otros actores políticos, deberá de justificarse más allá de los intereses particulares de ambos partidos, construyendo un horizonte se sentido atractivo para el grueso de la población, y esto sólo podrá darse mediante una agenda pública abierta a la participación ciudadana para construir un programa de gobierno de coalición.

En este orden de ideas, considero que las convicciones o ideología y el prágmatismo son conciliables dialécticamente si se evita tanto la actitud puritanista como el pragmatismo ramplón, es decir, si se asume el pragmatismo como un medio y no un fin en sí mismo, esto es, como una necesidad obligada por las circunstancias, pero si al mismo tiempo se dibuja la posibilidad de un programa de gobierno que permita mejorar realmente las condiciones de vida de los ciudadanos y la concreción de una democracia participativa.

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