sábado, 6 de marzo de 2010

Comentarios a la propuesta de Pablo Gómez sobre la libertad religiosa

Comentarios a la propuesta de Pablo Gómez sobre la libertad religiosa

César Ricardo Luque Santana

Gran revuelo causó el experimentado parlamentario de la izquierda, el perredista Pablo Gómez, al proponer una apertura constitucional para que los sacerdotes tengan derechos plenos para ejercer su libertad de expresión, situación que él interpreta no como algo que socava al Estado laico –recientemente elevado a rango constitucional- sino que por el contrario -arguye- es congruente con él. Hasta el momento, dicha iniciativa que ha provocado un malestar en las fuerzas y personalidades de izquierda (y que ha generado un deslinde público de su mismo partido, reprochándole al mismo tiempo al diputado Gómez que ésta contraviene el programa del mismo, aclarando en consecuencia que se trata de una propuesta a título personal que no es avalada por el PRD ni por su fracción parlamentaria), ha sido conocida por la opinión pública sólo a través de notas periodísticas. En este sentido, a reserva de conocer su argumentación presentada para la modificación del 130 constitucional para “restablecer los derechos de asociación política y de libertad de expresión de los sacerdotes de todos los cultos religiosos” (La Jornada, 26 de febrero de 2010), y basado sólo en sus declaraciones a la prensa escrita, me permito realizar las siguientes objeciones.

Pablo Gómez señaló que su iniciativa pretende reparar “una injusticia constitucional” (sic) que segrega a un segmento de la sociedad, restringiendo sus derechos, y aclara que no se trata de permitir que los sacerdotes puedan ser electos (lo cual pueden hacer si se separan de su actividad sacerdotal), sino que puedan manifestar sus ideas políticas sin cortapisas.

Para empezar sabemos que la ley, si bien es general, tiene una reglamentación para su aplicación, de manera que por ejemplo los presos pierden sus derechos políticos. En el caso de las acotaciones a las agrupaciones religiosas para su participación política en un Estado laico, éstas no son gratuitas sino que tienen un soporte histórico donde la participación de la religión en la política ha resultado perniciosa, particularmente en lo que respecta a la Iglesia católica, no sólo en México sino en otros países del mundo. Como es sabido, las primeras exigencias y luchas del Estado moderno consistieron en la separación entre Iglesia y Estado, entre religión y política.

En cuanto a sus argumentos para defender su iniciativa, creo que Pablo Gómez se equívoca cuando dice que es válido darles libertad a todos, incluidos los que abiertamente están contra ella. Se olvida que en Alemania y otros países, los grupos neo-nazis están proscritos porque de llegar al poder cancelarían las oposiciones. Ciertamente, existen otros países permiten partidos de extrema derecha que incluso ganan elecciones, pero están acotados por normas, prácticas e instituciones bien consolidadas que les impiden ejercer el poder absoluto o implementen un totalitarismo. Es más, en México los partidos legalmente registrados no pueden tener en su plataforma ideológica propuestas como establecer “la dictadura del proletariado” una vez que lleguen al poder por poner un ejemplo. Con esto sólo quiero señalar que todas las libertades políticas son siempre condicionadas, por lo que no debería de hacerse concesiones a quienes como la Iglesia católica tienen una naturaleza monolítica, pues entonces tendría más herramientas legales para tratar de imponer su moral particular a todos los ciudadanos, como sucede en los Estados teocráticos islámicos.

Asimismo, es evidente que la mezcla entre religión y política es altamente explosiva, como enseña la historia pasada y presente. La religión como poder fáctico y/o formal, trata de hacer extensivos sus preceptos -que deberían de circunscribirse a sus seguidores- a toda la población, pues son como se dijo, un ente monolítico, esto es, esencialmente antidemocrático en su organización y funcionamiento. La religión pertenece a la esfera de la vida privada y por salud pública lo correcto es que se mantenga separada de la política.

Decir que se trata de dar libertad de expresión a la religión (sobre todo católica) resulta un tanto superfluo, porque realmente éstos dicen lo que les da gana y hacen proselitismo abierto a favor o en contra de alguien. Esto mismo lo reconoce Pablo Gómez cuando a pregunta de la reportera de La Jornada Andrea Becerril sobre la posibilidad de que desde el púlpito (y otros medios) el clero católico se involucren abiertamente en las elecciones a favor o en contra de alguien, Pablo Gómez reconoce que de todos modos ya lo hacen, con lo cual parecería que con su iniciativa, él trata de legalizar una conducta donde sistemáticamente el clero se niega a acatar las leyes mexicanas cuando no le convienen a sus criterios conservadores alegando ceñirse a un derecho superior (divino). De este modo, si se siguiera esa lógica de legalizar las conductas que trasgreden la ley, cabría preguntar ¿por qué no hacerlo con las drogas y otras conductas parecidas?

Es importante señalar que la Iglesia católica reconoce como su máxima autoridad a un Estado extranjero, el Vaticano, de modo que la libertad de expresión de un sacerdote para opinar de política, está condicionada a las directrices que le marca su institución, de manera que paradójicamente, esa libertad que les daría el Estado mexicano, no se las da el Estado Vaticano, pues de otro modo, les permitiría a los sacerdotes casarse, asumir públicamente su homosexualidad a quienes tienen esa preferencia, que haya mujeres sacerdotisas, etc. El clero exige libertades democráticas que niega a sus propios sacerdotes y feligreses. Recordemos en este punto como analogía, que el IFE obligó al Partido Verde a suprimir su reglamentación antidemocrática como condición para mantener su registro legal como partido.

Parece que Pablo Gómez quiere que los curas puedan -amparados en la ley- decir y hacer lo que todos modos dicen y hacen sin consecuencia alguna, para poder ponerse los guantes contra ellos. Por ejemplo, dice Pablo Gómez que la Iglesia (realmente la jerarquía), está atacando el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo mediante preceptos religiosos y que eso significa un ataque al Estado laico y que es hora de decírselos, lo cual ya se hace y se debe seguir haciendo. Resulta extraño este ejemplo de Pablo Gómez porque sería como admitir que la jerarquía católica ataca al Estado laico pero mientras no lo hagan amparados en una ley que se los permita, no se puede debatir con ellos, lo cual es un absurdo. Pero además, si así son intolerantes, para qué darles armas o por qué debemos tolerar a los que son intolerantes con otras formas de pensar.

Sobre el temor de que desde el púlpito y otros medios participen abiertamente en las contiendas electorales “orientando” el sentido del voto y “se atengan a las consecuencias” como dice Pablo Gómez, es también ridículo su argumento, porque como ya se mencionó, es algo que suelen hacer con o sin permiso. Lo que pasa es que algunos dirigentes de la izquierda han tenido temor de chocar abiertamente con la Iglesia católica (la jerarquía), del mismo modo que han tenido miedo de hacerlo con los otros poderes fácticos como las televisoras, mas sin embargo los roces han existido y seguirán existiendo.

Por otro lado, decir que inducen al voto más (o también), las prácticas clientelares de los partidos que hacen uso faccioso de los programas sociales cuando están en el gobierno, que los sermones de los curas, es una justificación barata y de mal gusto. Ambos deben ser rechazados porque manipulan a la gente más vulnerable desde la fe o desde el hambre, conculcando sus derechos a tomar decisiones sobre la base de la información y sin condicionamientos externos.

En fin, Pablo Gómez ¿Mont o del Campo? ha cometido un gran desacierto (entre otros muchos que ha estado cometiendo), pero la inquietud es si los legisladores del PRD se mueven por ocurrencias personales en vez de debatir primero en su seno para asumir posturas más congruentes. Huelga decir que el mencionado malestar de las izquierdas contrastó con el aplauso entusiasta de las derechas, lo cual ya es mucho decir.

Nota: Publicado originalmente en mi nuevo blog "Sapere Aude" (http://hetairos-sapereaude.blogspot.com)

miércoles, 3 de marzo de 2010

Eduardo Galeano - Haití

Haití

Eduardo Galeano

El primer día de este año, la libertad cumplió dos siglos de vida en el mundo. Nadie se enteró, o casi nadie. Pocos días después, el país del cumpleaños, Haití, pasó a ocupar algún espacio en los medios de comunicación; pero no por el aniversario de la libertad universal, sino porque se desató allí un baño de sangre que acabó volteando al presidente Préval.

Haití fue el primer país donde se abolió la esclavitud. Sin embargo, las enciclopedias más difundidas y casi todos los textos de educación atribuyen a Inglaterra ese histórico honor.

Es verdad que un buen día cambió de opinión el imperio que había sido campeón mundial del tráfico negrero; pero la abolición británica ocurrió en 1807, tres años después de la revolución haitiana, y resultó tan poco convincente que en 1832 Inglaterra tuvo que volver a prohibir la esclavitud.

Nada tiene de nuevo el ninguneo de Haití. Desde hace dos siglos, sufre desprecio y castigo. Thomas Jefferson, prócer de la libertad y propietario de esclavos, advertía que de Haití provenía el mal ejemplo; y decía que había que “confinar la peste en esa isla”. Su país lo escuchó. Los Estados Unidos demoraron sesenta años en otorgar reconocimiento diplomático a la más libre de las naciones.

Mientras tanto, en Brasil, se llamaba haitianismo al desorden y a la violencia. Los dueños de los brazos negros se salvaron del haitianismo hasta 1888. Ese año, el Brasil abolió la esclavitud. Fue el último país en el mundo.

Haití ha vuelto a ser un país invisible, hasta la próxima carnicería. Mientras estuvo en las pantallas y en las páginas, a principios de este año, los medios trasmitieron confusión y violencia y confirmaron que los haitianos han nacido para hacer bien el mal y para hacer mal el bien.

Desde la revolución para acá, Haití sólo ha sido capaz de ofrecer tragedias. Era una colonia próspera y feliz y ahora es la nación más pobre del hemisferio occidental. Las revoluciones, concluyeron algunos especialistas, conducen al abismo. Y algunos dijeron, y otros sugirieron, que la tendencia haitiana al fratricidio proviene de la salvaje herencia que viene del África.

El mandato de los ancestros. La maldición negra, que empuja al crimen y al caos. De la maldición blanca, no se habló.

La Revolución Francesa había eliminado la esclavitud, pero Napoleón la había resucitado: –¿Cuál ha sido el régimen más próspero para las colonias? El anterior. Pues, que se restablezca–. Y, para reimplantar la esclavitud en Haití, envió más de cincuenta naves llenas de soldados. Los negros alzados vencieron a Francia y conquistaron la independencia nacional y la liberación de los esclavos. En 1804, heredaron una tierra arrasada por las devastadoras plantaciones de caña de azúcar y un país quemado por la guerra feroz. Y heredaron “la deuda francesa”. Francia cobró cara la humillación infligida a Napoleón Bonaparte.

A poco de nacer, Haití tuvo que comprometerse a pagar una indemnización gigantesca, por el daño que había hecho liberándose. Esa expiación del pecado de la libertad le costó 150 millones de francos oro. El nuevo país nació estrangulado por esa soga atada al pescuezo: una fortuna que actualmente equivaldría a 21,700 millones de dólares o a 44 presupuestos totales del Haití de nuestros días. Mucho más de un siglo llevó el pago de la deuda, que los intereses de usura iban multiplicando. En 1938 se cumplió, por fin, la redención final. Para entonces, ya Haití pertenecía a los bancos de los Estados Unidos.

A cambio de ese dineral, Francia reconoció oficialmente a la nueva nación. Ningún otro país la reconoció. Haití había nacido condenada a la soledad. Tampoco Simón Bolívar la reconoció, aunque le debía todo. Barcos, armas y soldados le había dado Haití en 1816, cuando Bolívar llegó a la isla, derrotado, y pidió amparo y ayuda. Todo le dio Haití, con la sola condición de que liberara a los esclavos, una idea que hasta entonces no se le había ocurrido. Después, el prócer triunfó en su guerra de independencia y expresó su gratitud enviando a Port-au-Prince una espada de regalo. De reconocimiento, ni hablar. En realidad, las colonias españolas que habían pasado a ser países independientes seguían teniendo esclavos, aunque algunas tuvieran, además, leyes que lo prohibían. Bolívar dictó la suya en 1821, pero la realidad no se dio por enterada. Treinta años después, en 1851, Colombia abolió la esclavitud; y Venezuela en 1854.

En 1915, los marines desembarcaron en Haití. Se quedaron diecinueve años. Lo primero que hicieron fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. El ejército de ocupación retuvo el salario del presidente haitiano hasta que se resignó a firmar la liquidación del Banco de la Nación, que se convirtió en sucursal del Citibank de Nueva York.

El presidente y todos los demás negros tenían la entrada prohibida en los hoteles, restoranes y clubes exclusivos del poder extranjero. Los ocupantes no se atrevieron a restablecer la esclavitud, pero impusieron el trabajo forzado para las obras públicas. Y mataron mucho.

No fue fácil apagar los fuegos de la resistencia. El jefe guerrillero, Charlemagne Péralte, clavado en cruz contra una puerta, fue exhibido, para escarmiento, en la plaza pública. La misión civilizadora concluyó en 1934. Los ocupantes se retiraron dejando en su lugar una Guardia Nacional, fabricada por ellos, para exterminar cualquier posible asomo de democracia.

Lo mismo hicieron en Nicaragua y en la República Dominicana. Algún tiempo después, Duvalier fue el equivalente haitiano de Somoza y de Trujillo.

Y así, de dictadura en dictadura, de promesa en traición, se fueron sumando las desventuras y los años. Aristide, el cura rebelde, llegó a la presidencia en 1991. Duró pocos meses. El gobierno de los Estados Unidos ayudó a derribarlo, se lo llevó, lo sometió a tratamiento y una vez reciclado lo devolvió, en brazos de los marines, a la presidencia. Y otra vez ayudó a derribarlo, en este año 2004, y otra vez hubo matanza. Y otra vez volvieron los marines, que siempre regresan, como la gripe. Pero los expertos internacionales son mucho más devastadores que las tropas invasoras.

País sumiso a las órdenes del Banco Mundial y del Fondo Monetario, Haití había obedecido sus instrucciones sin chistar. Le pagaron negándole el pan y la sal. Le congelaron los créditos, a pesar de que había desmantelado el Estado y había liquidado todos los aranceles y subsidios que protegían la producción nacional. Los campesinos cultivadores de arroz, que eran la mayoría, se convirtieron en mendigos o balseros. Muchos han ido y siguen yendo a parar a las profundidades del mar Caribe, pero esos náufragos no son cubanos y raras veces aparecen en los diarios. Ahora Haití importa todo su arroz desde los Estados Unidos, donde los expertos internacionales, que son gente bastante distraída, se han olvidado de prohibir los aranceles y subsidios que protegen la producción nacional.

En la frontera donde termina la República Dominicana y empieza Haití, hay un gran cartel que advierte: El mal paso. Al otro lado, está el infierno negro. Sangre y hambre, miseria, pestes. En ese infierno tan temido, todos son escultores. Los haitianos tienen la costumbre de recoger latas y fierros viejos y con antigua maestría, recortando y martillando, sus manos crean maravillas que se ofrecen en los mercados populares. Haití es un país arrojado al basural, por eterno castigo de su dignidad. Allí yace, como si fuera chatarra. Espera las manos de su gente.

http://cultural.argenpress.info/2010/01/haiti-la-maldicion-blanca.html

domingo, 28 de febrero de 2010

Invitación a nuevo blog (Sapere Aude)

Invitación a un nuevo blog

César Ricardo Luque Santana

El presente documento lo escribí originalmente como una invitación personalizada a determinados personajes de la vida intelectual de Nayarit, entendiendo por ello a escritores, académicos y periodistas que de manera frecuente, esporádica o marginal, escriben brillantemente en los diversos medios de prensa locales, tanto impresos como digitales, cultivando una diversidad de géneros. En esta ocasión, deseo hacer extensiva esta invitación a otras personas para que sean colaboradores del blog “Sapere Aude”, y asimismo a los lectores, para que identifiquen un espacio de reflexión que pretende reunir a algunos de las mejores plumas del estado bajo un enfoque plural. A continuación, con leves modificaciones adaptadas a esta ocasión, les comparto la mencionada carta de invitación, señalando que los corchetes cuadrados se refieren a omisiones, modificaciones o añadidos.

«[…] He creado un nuevo blog llamado Sapere Aude, expresión empleada por [el filósofo] Kant y que significa “atrévete a pensar”. A reserva de que visiten el blog en http://hetairos-sapereaude.blogspot.com/ para que lean la justificación que hago de este sitio en el encabezado y en un recuadro pequeño a la izquierda donde dice “Bienvenidos”, les comento que se trata de un espacio en Internet donde se pretende presentar los mejores escritos que a menudo se publican en la prensa local, con el fin de darles más difusión, de concentrar en un mismo lugar las mejores plumas del Estado, y de ofrecer una muestra hacia el exterior del talento intelectual de escritores, académicos y periodistas nayaritas.

Asimismo se tiene la intención de crear un espacio plural de temas y personalidades, y de que los productos publicados en este espacio ofrezcan a sus lectores elementos de juicios válidos para que se puedan formar un pensamiento crítico que los fortalezca como ciudadanos, al mismo tiempo que los gratifique intelectualmente.

Como [muchos saben], los blogs son bitácoras donde cada nuevo documento publicado desplaza al que en ese momento está, pero al mismo tiempo, conserva los escritos publicados por largo tiempo, además de que los organiza por autores y fechas, lo que a la postre facilita las búsquedas de los productos de los colaboradores.

Algunos […] publican con cierta constancia artículos de opinión u otros tópicos en la prensa escrita o digital, otros lo hacen en forma más esporádica o publican sólo en medios académicos, y los menos, escriben [en raras ocasiones]. Pero todos los aquí invitados tienen las capacidades suficientes para contribuir, a través de las ideas y las explicaciones racionales, a comprender los problemas sociales que nos inquietan o bien a dotar de belleza nuestro espíritu mediante aportaciones de tipo cultural, fortaleciendo con ello la vida democrática de nuestro entorno, y a la vez, a enriqueciendo espiritualmente a [los lectores] en lo individual, razones por las cuales les extiendo [también a ellos] esta invitación.

No se trata de hacer un club de amigos […], sino de construir un espacio plural y de buen nivel intelectual. No les pido exclusividad ni nada por el estilo, sino que lo publican en otros lados lo puedan hacer en forma simultánea o repetir [reciclar] posteriormente en este espacio; o aquellos que no suelen publicar en periódicos y/o revistas locales destinados al público en general, tengan un medio disponible para dar a conocer sus escritos cuando lo deseen.

Las ventajas de este blog son entre otras, que los lectores no tendrían que navegar de un lado a otro para leer los mejores trabajos periodísticos que se publican en Nayarit; se le daría más difusión a algunos escritos que más o menos pasan desapercibidos en los medios escritos locales; y que quienes suelen escribir pero no publican o no lo hacen con relativa frecuencia, cuenten con un medio para ello cuando lo necesiten. Además, este blog no está mezclado con notas periodísticas ni tampoco es de naturaleza tendenciosa.

Les pido por tanto que me autoricen a publicar sus escritos de divulgación, análisis, poesías, crónicas, etc., enviándomelos de preferencia a mi correo electrónico luque2009@gmail.com o en su defecto, que me permitan retomarlos de otras fuentes para volverlos a publicar. Asimismo, me gustaría que me dieran alguna semblanza de ustedes en un párrafo para poder incorporar esa información en un directorio de colaboradores, y también, si están de acuerdo, proporcionarme un correo electrónico personal donde eventualmente algunos lectores pudieran enviarles sus comentarios, aunque sería más deseable que recibieran esos puntos de vista en el espacio de comentarios abajo de sus escritos para socializarlos y quizás generar una polémica.

Les ruego también que hagan extensiva esta invitación a otras personas que consideren pueden aportar sus luces y fortalecer con ello este espacio de reflexión, que quiero sea de todos aunque yo lo administre. Tal vez después retomemos este proyecto y hagamos entre todos un portal que enriquezca esta propuesta ofreciendo más recursos de todo tipo a los lectores.»

Hasta aquí fue lo que escribí para invitar a algunas personas conocidas mías y de quienes disponía de su correo electrónico a participar en el blog “Sapere Aude” como colaboradores, lo cual comparto ahora con ustedes, esperando que se sumen como colaboradores o lectores a este esfuerzo. Para cualquier duda o aclaración favor de contactarme. Gracias.