viernes, 12 de agosto de 2011

Ricardo Luque - PRD, renovarse o morir

PRD, renovarse o morir

César Ricardo Luque Santana

Este domingo 14 de agosto, el Consejo Político del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Nayarit se reunirá en sesión oficial para determinar los criterios y métodos para renovar sus órganos dirección tanto de los comités ejecutivos municipales como del comité ejecutivo estatal, para de ahí formar seguramente una comisión que redacte la convocatoria respectiva. Supongo que previamente deberán analizar la situación real del partido luego del descalabro de los pasados comicios electorales, así como se habrá de tomar en cuenta el proceso electoral federal del año venidero.

Bajo este contexto de adversidad, se antoja indispensable realizar una autocrítica seria y con consecuencias, es decir, que no se quede en el mero reconocimiento de los errores y excesos cometidos no sólo en el pasado inmediato sino también mediato, mismos que han redundado en un descrédito que ha impedido que el PRD pueda posicionarse como el referente de izquierda que muchos ciudadanos deseamos. El más ominoso de los errores es sin duda la subcultura patrimonialista de algunos dirigentes que no quieren entender que el partido no es propiedad de una burocracia ni de camarillas, sino que debe ser un instrumento de la sociedad para conquistar cambios en beneficio de la mayoría, principalmente de quienes han sido los más afectados por el neoliberalismo.

Para nadie es un secreto que el PRD se ha desdibujado ideológicamente cayendo en un pragmatismo excesivo, lo que en modo alguno significa proponer una vuelta a las prácticas sectarias de los antiguos partidos de izquierda, más preocupados por una supuesta pureza ideológica que por una acción consecuente, inteligente y eficaz, cuyo resultado fue su aislamiento, su marginación y su reducción a grupúsculos. Se trata de equilibrar la eficacia práctica sin claudicar en los principios, pues sin éstos no se puede ofrecer una alternativa verdadera que pueda transformar el régimen neoliberal defendido por panistas y priistas al unísono, pero sin los primeros no se pueden lograr avances concretos en la conquista de espacios de poder, necesarios de suyo para frenar y revertir los daños al pueblo. La lucha política y social sin principios es un proceso ciego y sin sentido; los principios sin análisis inteligente y sin implementar medidas prácticas que movilicen a los militantes y los ciudadanos sobre objetivos claros, son vacíos o meras abstracciones.

Sobre estas condiciones de adversidad se debe iniciar el camino de la renovación de los órganos de dirección sin permitir tampoco que lo urgente le gane a lo prioritario, pues la necesidad de renacer de las cenizas para ir lo más fortalecidos posible a la elección presidencial del 2012, no es impedimento para demostrar de manera tangible que el PRD es todavía viable para quienes desean un cambio que revierta los daños que la privatización neoliberal nos ha dejado como lastre, llevándonos al desastre económico, educativo, social, etc., que se traduce no sólo en mayor pobreza e inseguridad, sino en una incertidumbre y desesperanza, deterioro que se condensa en lo que a algunos les ha dado por llamar el “estado fallido”. No se trata desde luego apostar por restaurar el viejo régimen corporativista y corrupto del estado paternalista que ejerció el PRI durante décadas, sino en profundizar la democracia formal y participativa construyendo un Estado solidario.

Me parece que hay muchas voces al interior del PRD que desean una renovación auténtica, es decir, no un pacto entre grupos que simule atender las críticas propias y externas pero que no actúe en consecuencia. Personalmente yo creo que una renovación en serio implica convocar a los mejores hombres y mujeres, a los notables -por así decir- del partido y poner en sus manos la tarea de transformar el PRD en un partido creíble y eficiente, con autoridad moral y capacidad operativa. Por notables entiendo un grupo de personas con credibilidad dentro y fuera del PRD, capacidad y honestidad probada y desde luego con el carácter suficiente para emprender los cambios que sean necesarios. No implica jubilar a los cuadros históricos sino en reutilizarlos como cuadros profesionales en algunos casos, e incluso participando también en órganos de dirección.

Algunas tareas que se deben emprender son volver funcionales los comités de base e incrementar su número logrando al menos uno por sección electoral; generar una o más publicaciones que les lleguen a todos los empadronados del partido para mantenerlos informados y llevarles una cultura política democrática desde la perspectiva de su propia declaración de principios; intentar recuperar a los miles de militantes y simpatizantes que se han retirado del PRD decepcionados por sus prácticas internas antidemocráticas y de su excesivo pragmatismo, entre otras necesidades tanto urgentes como prioritarias que se deben atender, pero reiterando que el mensaje principal a la sociedad se mandará a partir de la renovación de dirigentes, donde si bien es importante que haya caras nuevas y sobre todo de muchos jóvenes, también se requiere la experiencia de algunos dirigentes históricos, y principalmente, operar como un verdadero órgano colegiado.

Las coincidencias de algunos perredistas de construir planillas de unidad para evitar el desgaste, preocupan a otros por la cuestión de la legitimidad, pero si primero se elabora un proyecto integral basado en una autocrítica y se hacen un lado los intereses espurios de unos cuantos que sólo desean seguir medrando de los exiguos recursos del partido, se podrá reconstruir el partido de izquierda que muchos anhelamos y que la sociedad necesita. Caer en pactos entre grupos poniendo a gente desprestigiada e incompetente (mediante la modalidad que sea), significa aniquilar cualquier expectativa de cambio verdadero, pues no se podrá convencer a los ciudadanos de que se quiere el poder para mejorar la condiciones de vida de todos, cuando al interior mismo no se es capaz de prefigurar con el ejemplo esa sociedad a la que se dice aspirar.

martes, 9 de agosto de 2011

Ricardo Luque - Secretaría de Cultura en Nayarit

Secretaría de Cultura en Nayarit

César Ricardo Luque Santana

A iniciativa del gobernador Ney González, la Cámara de Diputados del Estado de Nayarit aprobó por unanimidad la creación de la Secretaría de Cultura, hecho en sí mismo encomiable porque presupone mayores recursos para la promoción de la cultura, esperando que esto no se traduzca en mayor burocracia sino en más y mejores actividades que eleven espiritualmente a los nayaritas.

No es desconocido que la cultura ha sido habitualmente vista con desdén por el poder público dándole un trato marginal y hasta despectivo como en aquella anécdota homofóbica del entonces gobernador Rigoberto Ochoa Zaragoza (1993-1999), por lo que los apoyos tangibles en infraestructura y en jerarquía son dignos de consideración a la hora de hacer una valoración sobre los apoyos del gobierno a la cultura.

Por cierto que en la discusión inicial en tribuna, un diputado de una partido de izquierda había objetado la propuesta de elevar la institución cultural del gobierno del estado a rango de secretaría alegando que esta nueva condición requeriría de mayor presupuesto aduciendo que las finanzas públicas están en quiebra. No obstante ello votó a favor.

Ahora bien, lo endeble del argumento anterior revela cierta inercia en un modo de pensar donde la cultura es vista como el patito feo, asunto debería ser superado, no sólo porque desde la izquierda se debe empujar siempre por ampliar la cobertura y calidad de la educación y la cultura, entre otros servicios públicos indispensables, sino porque la exigencia de austeridad y honestidad en los usos de los recursos públicos debe ser extensiva a todas las instancias públicas en todos sus niveles y modalidades sin menoscabo de su eficaz cumplimiento, de donde resulta que hay muchas medidas que se pueden tomar para optimizar los dineros del pueblo, principalmente tapando el boquete de la corrupción que sin duda es el más lacerante para la sociedad.

En anteriores artículos en este mismo espacio, he abordado la problemática presupuestal que aqueja inveteradamente a las instituciones públicas de cultura, lo cual debería de conducir a buscar nuevas formas de aprovechamiento de los recursos disponibles utilizando la capacidad instalada de las diversas instituciones públicas, sociales y privadas a través de alianzas estratégicas, buscando compartir dichos recursos para potenciar sus tareas, es decir, para hacer más y mejores cosas.

Por otro lado, he sostenido que las políticas públicas deben orientarse esencialmente a la creación de públicos para fomentar en la población -principalmente niños y jóvenes- el buen gusto artístico y la afición por la lectura. Esto implica impulsar mediante talleres y otras actividades pertinentes como los círculos de lectura por ejemplo, el aprendizaje de las diversas actividades artísticas, entre otras actividades afines que despierten la imaginación y el placer por el arte y la ciencia.

Finalmente, los motivos por los cuales el gobernador, a un par de meses de dejar el cargo decidió elevar a la cultura de rango, es hasta cierto punto irrelevante, si bien el hecho de que Nayarit será un invitado de honor al Festival Cervantino pudo haber incidido en esa decisión. La valoración objetiva sobre su contribución durante su sexenio a favor de la cultura es una tarea que quienes están inmersos en el ambiente de la cultura deben de realizar, más allá de sus conveniencias personales.