Los sanadores milagrosos y otros estafadores
César Ricardo Luque Santana
Recientemente algunos medios de información escritos, dieron a conocer de manera escueta que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resolvió calificar como delito la estafa de los “sanadores milagrosos”, quienes aprovechándose de la necesidad, ignorancia y credulidad de la gente, la atracan vilmente. Se aclara asimismo en esta información, que esta medida no afecta a la práctica de la medicina alternativa como la homeopatía y la herbolaria porque ellas están reconocidas por la Ley General de Salud. La nota no dice sin embargo si este delito se persigue de oficio o por demanda de la parte afectada, pero parece que sería este último el caso, pues lo que motivó dicha resolución, fue precisamente una demanda de un afectado, víctima de estafa por un dizque brujo, hecho que sucedido en San Luis Potosí.
En general esta es una buena noticia, mas sin embargo, considero que este tipo de fraudes debería de ser impedido per se por el Estado, toda vez que viola un precepto de la Constitución Política Mexicana que establece la necesidad de tener un modo legítimo de vivir, razón suficiente por la cual se debería de prohibir que estos “sanadores milagrosos” operen con el descaro con que lo hacen, sobre todo a través de la televisión, un medio muy efectivo para atraer a los incautos.
En efecto en los últimos años, hemos visto a través de la televisión comercial local, a varios de estos estafadores embaucar incautos con total impunidad y descaro. Dichos “sanadores milagrosos” acostumbran a establecerse temporalmente en nuestras tierras volviéndose luego ojo de hormiga. Por cierto, este mismo modus operandi se ha visto también en otros fraudeadores que vienen de quién sabe dónde, con giros comerciales distintos al que nos ocupa, y que mediante empresas fantasmas se establecen también temporalmente en nuestras localidades para consumar sus fraudes, despareciendo tan repentinamente y misteriosamente como llegaron.
Pero este tipo de fraude no es el único que debería de prohibirse sino también otros parecidos, como ciertos “concursos” por televisión donde le piden a la gente que llame por teléfono para “ganarse” un premio contestando alguna bobería; o los programas de los “adivinos”, “psíquicos”, astrólogos, brujos y otros semejantes, que también ofrecen soluciones mágicas a través del teléfono (los famosos hot line), los cuales también explotan la credulidad de la gente lucrando con su ignorancia e ingenuidad. Asimismo, se debe prohibir los distintos productos que Televisa y TV Azteca ofrecen en sus respectivos canales de televisión, donde mediante una llamada por teléfono obtienen tonos para el celular, fotos de artistas, mujeres semidesnudas, chistes, canciones y demás banalidades, las cuales son dirigidas particularmente a los adolescentes quienes son los consumidores más propensos a ello, aunque el gasto los realizan desde luego sus padres.
Existen desde luego muchas otras formas de engaño que siguiendo a Voltaire, inventa la bribonería capitalista para estafar a los incautos. Por ejemplo, los productos “milagrosos” que supuestamente permiten adelgazar casi sin esfuerzo o que le salga el pelo a los calvos. Lo peor de todo es que este tipo de productos no pagan impuestos porque supuestamente son “medicinas”. Existen desde luego muchas otras muchas formas de engaño que encierran el mismo propósito de lucrar con los ingenuos, sólo que en los multimencionados “sanadores milagrosos”, el fraude es más notorio y más grotesco.
Sin embargo, más allá de las medidas de orden legal que sin duda son y serían pertinentes en todos los casos y tipos de fraudes mencionados, la mejor arma para luchar contra todas las formas de mentiras, adulteraciones y supersticiones es la educación; pero tristemente podemos observar que muchos universitarios creen en los horóscopos, los fantasmas, los fenómenos “paranormales”, etc., lo que es un síntoma del fracaso educativo en México. Por desgracia, estas creencias irracionales las podemos encontrar no sólo en estudiantes sino incluso en algunos profesores. Pero aparte de las patrañas como las que se acaban de mencionar, las cuales involucran la existencia de un pensamiento mágico, también se puede considerar como paparruchas a la mayoría de los libros de superación personal que mediante recetas o prescripciones, ofrecen el éxito y la felicidad inmediata a sus lectores sin más exigencia que la voluntad de la persona o una actitud optimista, haciendo omisión de las condiciones de posibilidad objetivas para ello.
Bien decía Marx en una de sus Tesis sobre Feuerbach, de que los educadores necesitan ser educados, pues no se puede enseñar un pensamiento crítico cuando se carece de él. Un poco de escepticismo sería útil a todos para aprender a cuestionar las cosas y dejar de aceptar pasivamente todo lo que nos dicen los profesores, los libros, la televisión y los candidatos insulsos inflados por la mercadotecnia, entre otros manipuladores.
La verdadera emancipación de las personas implica atreverse a pensar por cuenta propia exigiendo siempre razones fundamentadas para poder aceptar las cosas, informándose adecuadamente, cultivando el intelecto mediante buenas lecturas, debatiendo racionalmente, etc. De otra manera se estará prisionero en la caverna de Platón viviendo entre las sombras, en forma enajenada, y por consiguiente, como cliente cautivo de los estafadores de toda laya.
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